miércoles, 3 de octubre de 2007

Mis malditas costumbres

Me acostumbre a viajar cuatro horas por días para llegar a un trabajo que me demanda otras nueve horas del día dejándome apenas once horas para dormir y vivir. Me gustaría cambiar esta rutina encontrar la forma de ahorrar horas, encontrar de forma de viajar menos, pero es mi trabajo, es muy difícil cambiarlo a esta altura, que difícil es cambiar.
Me acostumbre a dormir cinco horas por día, a acariciar a mi mujer y sentir a mi hijo mientras mis ojos se cierran deseando que la noche dure un poquito más, que el despertador no suene, que no los tenga que volver a dejar.
Me acostumbre a correr por las calles, sin pensar en lo que pasa alrededor. Antes disfrutaba el caminar, como disfrutaba el sol en la cara una tarde de invierno, o la brisa fresca de una mañana en verano, sensaciones que pasaron al olvido, que la costumbre del apuro me hizo olvidar.
Me acostumbre a almorzar solo en mi escritorio de trabajo, con el monitor encendido esperando la llegada de un nuevo e-mail con las órdenes a seguir. No hace mucho tiempo me encantaba ese horario, deseaba que llegue el mediodía para salir a compartir una comida, una charla, una anécdota más.
Me acostumbre a vivir sin tiempos, a que la vida se escape de las manos, a esperar que llegue el sábado para descansar un poco más, y cuando llega sin darme cuenta se convierte en lunes y otra vez deseando que llegue el final. Es una rueda sin frenos, no se puede detener, los minutos, horas, días, meses se pasan sin darme cuenta, sin notar que pude hacer con él.
Me acostumbre a las nuevas caras, a las extrañas, a las de paso, a las que me cruzo en el colectivo, a los de la parada, a los que me venden el boleto, a todos los que me rodean al andar. Como no acostumbrarse si se pasa más tiempo con esos extraños que con la propia familia, que con los propios amigos, con los que te quieren de verdad.
Me acostumbre a verte poco, y como te extraño, savés que es así aunque a veces me pidas que te lo diga. Y cuando estoy con vos solo pienso en seguir con mis cosas, en prepararme para el nuevo día, y todo eso para qué, si no puedo disfrutar de un segundo a tu lado de que me sirve el aguinaldo pronto a cobrar, de que me sirve tanto esfuerzo si no te puedo disfrutar.
Mi vida es una maldita costumbre y como me acostumbre a vivir así sin darme cuenta, como me deje acostumbrar. Se que todo depende de uno mismo, nadie puede decidir por nosotros que hacer o que pensar, pero que difícil es escapar de esta costumbre, si alguien conoce la salida no se olviden de avisarme, no se cuanto más puedo llegar a aguantar.