martes, 21 de octubre de 2014

La gorda y el Chavo

Ayer estaba cocinando con la gorda y se puso molesta, comenzó con el ‘leche, leche, leche’ que repite incansablemente hasta que se le de algo de comer. Le corté un pedazo de queso  y le propuse ir a ver dibujitos, sabiendo de ante mano que esa no era la mejor opción para mantenerla quieta, no dura más de 5 minutos en frente del televisor, no hay programa que le llame la atención ni que la haga quedarse sentada, pero no teniendo otras alternativas me jugué por esa.

La siento, le prendo la tele y comienzo a hacer zapping. Con cada programa que pasaba ella me decía ‘no gusta eso’, y yo cambiaba, ‘no gusta eso’, ‘no gusta eso’, ‘eso si gusta’, presto atención y justo estaban pasando El Chavo. La miro y le digo ‘no preferís la princesita Sofia, los Bachardigans o Wini Poo’. ‘No no, a mi gusta eso’, me respondió señalando la tele. Dejo el control y huyo hacia la cocina esperando el grito instantáneo que la vaya a buscar o algo así, cosa que nunca llegó.

Puse la carne al horno, las papas en la sartén y me senté a su lado a ver El Chavo, hacía mucho tiempo que no me ponía a verlo. Con cada chiste del Chavo, enojo de Don Ramón o llanto de Quico, Uma se mataba de risa. No podía creer que ese programa que veía yo de chico y que veía mi viejo cuando él era chico todavía tuviese tanta vigencia en los niños. Los chistes no son los mejores, los colores, vestuario y escenografía de la serie deja mucho que desear, las escenas y situaciones se repiten una y otra vez, lo guionistas por lo visto no se esmeraban demasiado en innovar ni cambiar la estética del programa, pero a pesar de todo eso aún logra mantener entretenida a una nena de 2 años y 4 meses.

Creo que después de los Simpsons, el Chavo es la serie de la que más conozco, y esto no solo me pasa a mi, somos una generación que creció queriendo comer tortas de jamón pensando que era algo mágico y delicioso sin darnos cuenta que era un simple sanguche de jamón cocido, si alguien tira el chiste ‘te doy hasta que Don Ramon se ponga al día con la renta que le debe al Sr. Barriga’ se que todos se van a reír porque entienden de qué se está hablando, sabemos identificar el llanto del Chavo del de la Chilindrina del de Quico del de Ñoño, sabemos como hace el profesor Jirafales cuando se enoja o lo que le invita a tomar doña Florinda cada vez que él le lleva un ramo de flores, podemos nombrar 10 personajes del programa en menos de 30 segundos sin soplar y sin repetir, y estoy seguro de que todos nos sorprendimos cuando nos enteramos que el Chavo estaba casado con Doña Florinda en la vida real, que locura.

Qué hace que algo sea eterno, que trascienda a las generaciones, que guste a pesar de las décadas. Creo que sólo tiene una explicación, el Chavo es arte, no es fanatismo, no es nostalgia, es puro y simple arte.


Yo, mientras, aprovecho su poder hipnótico para escaparme a sacar las papas del fuego antes que se quemen, sino nos vamos a quedar con más hambre que el Chavo.

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