Ayer me di cuenta que uno vive como camina. Hagan la
prueban, presten atención, y se darán cuenta que cierra por todas partes.
Hay gente de camina apurada, sin mirar al de al lado,
atropellan a quien se cruzan en su camino, no respetan las señales de transito,
las calles son solo un medio para llegar rápido a donde quieren, y rara vez tienen
claro a donde van. Son personas nerviosas, distantes, agresivas, no les
interesa el camino ni quien esté en él, solo quieren llegar. Son personas que
viven muy rápido, están siempre propensas a sufrir accidentes, a que el camino
se les termine antes de tiempo.
Hay otros que caminan hablando solos, inmersos en sus
celulares, en la música de sus auriculares. Viven en su propio mundo, rara vez
se interesan por el que está al lado. No molestan al resto, directamente no
interactúan con el mundo, simplemente viven en el suyo propio, con sus cosas,
con su yo. Suelen ser adictos a la tecnología, tienen miles de amigos virtuales
y pocos a donde caer espontáneamente a comer un asado. Sus relaciones son
cortas, esporádicas, lo que dura un MP3 en su celular.
Hay gente que camina cargando grandes mochilas, bolsos
enormes mucho equipaje y esfuerzo para algo que tendría que ser tan sencillo
como caminar. Es gente preocupada a la que todo le cuesta el doble, se
complican con el camino, se pierden cuando llegan a la esquina, dudan de sus
decisiones, nunca están seguros, siempre se arrepienten de cómo caminaron,
siempre pensando que tendrían que haberlo hecho de otra manera.
Hay gente que nace con caminos complicados, llenos de
baches y piedras. Hay otros que nacieron en asfalto, caminos de bajadas donde
todo se facilita. Nadie tiene la culpa del lugar donde le toco nacer, de la línea
de salida de su tablero de la vida, solo fue fruto del asar, fueron los
malditos dados que dieron un 2 o un 12 en el tiro inicial. No se puede juzgar o
criticar a las personas por el camino que les toco, pero no tiene perdón ni
excusa aquel que se niega a caminar.
Después está la modalidad Santi. Él juega todo el
tiempo al caminar sin importar donde ni con quien esté. La calle es su campo de
juego, corre, salta, camina siguiendo una fila de azulejos de un color específico,
cualquier rama o palito del camino se convierte en una espada para enfrentar al
mal, cualquier insecto un invasor extraterrestre. Santi camina siempre con una
sonrisa, sin prisa por llegar a ningún lado, disfrutando de la calle, de su
juego. Si se cae se levanta, si se lastima se queja un poco, se limpia, y sigue
jugando. Pregunta mucho por las cosas que desconoce o le llama la atención, se
asombra por todo y para todo y todos tiene una sonrisa en su rostro.
También Una tiene su estilo. Ella camina de la mano de
su madre. Son pasos cortos, inestable, pero alegres. Siempre depende de alguien
para andar, intenta jugar, imitar a su hermano, pero todavía le falta para
largarse sola a hacerlo. Es comprensible, son sus primeros pasos, necesita un
apoyo, una guía para no caerse y aprender. Casi siempre pide Upa, se siente más
cómoda en brazos que en el piso. Señala todo y te lo muestra con un ‘miraaaa’ con
tono de sorpresa y abriendo grandes los ojos. Pide salir a la calle aunque sea
para ver que está pasando allí.
A mi suelen reprocharme mi forma de caminar, me
juzgan de lento, pachorriento. Pero para que apurarme en llegar, si a la larga
lo voy a hacer igual. Como en la vida camino lento pero a paso firme. Siempre miro
por donde piso para no mojarme con una baldosa floja o no pisar un sorete y
llenarme de mal olor. Camino mirando a la gente, sus rostros alegre o tristes,
tratando de adivinar que los motiva, que los preocupa, que los divierte. Camino
cantando, recordando, pensando, divagando en teoría de cómo la vida se parece
al caminar. Camino disfrutando de la caminata, disfrutando del sol en la cara
una tarde de invierno, de la brisa fresca de una mañana de verano, de los
colores cobrizos y pasteles del otoño, de la belleza de las mujeres en
primavera. Camino mirando vidrieras, escuchando el sonido de las aves, la
sirena del tren, los motores de los autos. Camino lento, pero no dejo de
caminar y no desaprovecho las oportunidades que me regala el camino, me apuro
si veo que va a cambiar el semáforo o corro el micro si hace falta, busco siempre
cual es el mejor camino para aprovechar el tiempo, no pierdo el tiempo, me
molesta estar detenido o parado.
La vida es la calle, la forma en que caminos como la
vivimos. Quizás nunca llegue demasiado lejos, pero disfrutaré del camino hasta
el mismo momento en que no pueda volver a caminar.
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