viernes, 14 de marzo de 2014

Caminante

Ayer me di cuenta que uno vive como camina. Hagan la prueban, presten atención, y se darán cuenta que cierra por todas partes.

Hay gente de camina apurada, sin mirar al de al lado, atropellan a quien se cruzan en su camino, no respetan las señales de transito, las calles son solo un medio para llegar rápido a donde quieren, y rara vez tienen claro a donde van. Son personas nerviosas, distantes, agresivas, no les interesa el camino ni quien esté en él, solo quieren llegar. Son personas que viven muy rápido, están siempre propensas a sufrir accidentes, a que el camino se les termine antes de tiempo.

Hay otros que caminan hablando solos, inmersos en sus celulares, en la música de sus auriculares. Viven en su propio mundo, rara vez se interesan por el que está al lado. No molestan al resto, directamente no interactúan con el mundo, simplemente viven en el suyo propio, con sus cosas, con su yo. Suelen ser adictos a la tecnología, tienen miles de amigos virtuales y pocos a donde caer espontáneamente a comer un asado. Sus relaciones son cortas, esporádicas, lo que dura un MP3 en su celular.

Hay gente que camina cargando grandes mochilas, bolsos enormes mucho equipaje y esfuerzo para algo que tendría que ser tan sencillo como caminar. Es gente preocupada a la que todo le cuesta el doble, se complican con el camino, se pierden cuando llegan a la esquina, dudan de sus decisiones, nunca están seguros, siempre se arrepienten de cómo caminaron, siempre pensando que tendrían que haberlo hecho de otra manera.

Hay gente que nace con caminos complicados, llenos de baches y piedras. Hay otros que nacieron en asfalto, caminos de bajadas donde todo se facilita. Nadie tiene la culpa del lugar donde le toco nacer, de la línea de salida de su tablero de la vida, solo fue fruto del asar, fueron los malditos dados que dieron un 2 o un 12 en el tiro inicial. No se puede juzgar o criticar a las personas por el camino que les toco, pero no tiene perdón ni excusa aquel que se niega a caminar.

Después está la modalidad Santi. Él juega todo el tiempo al caminar sin importar donde ni con quien esté. La calle es su campo de juego, corre, salta, camina siguiendo una fila de azulejos de un color específico, cualquier rama o palito del camino se convierte en una espada para enfrentar al mal, cualquier insecto un invasor extraterrestre. Santi camina siempre con una sonrisa, sin prisa por llegar a ningún lado, disfrutando de la calle, de su juego. Si se cae se levanta, si se lastima se queja un poco, se limpia, y sigue jugando. Pregunta mucho por las cosas que desconoce o le llama la atención, se asombra por todo y para todo y todos tiene una sonrisa en su rostro.

También Una tiene su estilo. Ella camina de la mano de su madre. Son pasos cortos, inestable, pero alegres. Siempre depende de alguien para andar, intenta jugar, imitar a su hermano, pero todavía le falta para largarse sola a hacerlo. Es comprensible, son sus primeros pasos, necesita un apoyo, una guía para no caerse y aprender. Casi siempre pide Upa, se siente más cómoda en brazos que en el piso. Señala todo y te lo muestra con un ‘miraaaa’ con tono de sorpresa y abriendo grandes los ojos. Pide salir a la calle aunque sea para ver que está pasando allí.

A mi suelen reprocharme mi forma de caminar, me juzgan de lento, pachorriento. Pero para que apurarme en llegar, si a la larga lo voy a hacer igual. Como en la vida camino lento pero a paso firme. Siempre miro por donde piso para no mojarme con una baldosa floja o no pisar un sorete y llenarme de mal olor. Camino mirando a la gente, sus rostros alegre o tristes, tratando de adivinar que los motiva, que los preocupa, que los divierte. Camino cantando, recordando, pensando, divagando en teoría de cómo la vida se parece al caminar. Camino disfrutando de la caminata, disfrutando del sol en la cara una tarde de invierno, de la brisa fresca de una mañana de verano, de los colores cobrizos y pasteles del otoño, de la belleza de las mujeres en primavera. Camino mirando vidrieras, escuchando el sonido de las aves, la sirena del tren, los motores de los autos. Camino lento, pero no dejo de caminar y no desaprovecho las oportunidades que me regala el camino, me apuro si veo que va a cambiar el semáforo o corro el micro si hace falta, busco siempre cual es el mejor camino para aprovechar el tiempo, no pierdo el tiempo, me molesta estar detenido o parado.


La vida es la calle, la forma en que caminos como la vivimos. Quizás nunca llegue demasiado lejos, pero disfrutaré del camino hasta el mismo momento en que no pueda volver a caminar.

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