viernes, 22 de noviembre de 2013

Una verdadera pesadilla

Santi va a la escuela anexa hace un par de años, es una excelente institución académica que depende de la universidad de La Plata, su nivel es muy alto y realmente se nota. Santi lee la mayoría de las cosas y escribe tan bien como yo (lleno de faltas de ortografías y letras perdidas pero que llega a entenderse al fin de cuentas).

Pero hay algo que me molesta de sobremanera de eje jardín, y voy a contárselos a continuación. 

Una vez por año a los padres de la salita de él nos toca ir a una fiestita en particular (no van todos los padres de todas las salas porque no hay espacio suficiente en el jardín), pero este año en particular, al ser la última salita de Santi, estamos yendo una o dos veces por mes. En todas y cada una de las ocasiones las maestras antes de comenzar el acto (o el motivo de la reunión) piden silencio de una manera muy particular que me irrita los nervios. La cosa es así:

- Silencio por favor (dice la maestra en medio de todo el barullo, nadie le hace caso). Silencio que vamos a empezar (todos siguen en la suya como si nada). Bueno, vamos a hacer un rolla rolla 

Y arranca:

- Rolla rolla desenrolla, tira tira plaf plaf plaf

Al primer rolla todos siguen como si nada, al segundo se escuchan algunos coros y las demás maestras que la acompañan, con el tira a tira casi todo el auditorio mueve las manitos en círculos y mira hacia el frente, y luego del plaf plaf plaf se produce algo mágico y todos, absolutamente todos se callan.

No discuto el método, es efectivo al 100 %, simplemente me molesta cantar canciones infantiles con gestos y aplausos en medio de tanta gente. Tengo miedo de que este método empiece a generalizarse y ver a mis jefes y gerentes cantando rolla rolla o la presidenta en medio de un acto público mientras la que traduce a lenguaje de señas hace los movimientos de la mano. Moyano, Delia, Moreno, todos juntos cantando el rolla rolla para que los miles de sindicalistas y militantes de distintos partidos políticos hagan silencio.

Uff, qué pesadilla.

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