El jueves tuve la primera escena de celos de Uma. Con sus
tan solo 11 meses se retorcía sobre su madre y gritaba como loca porque yo no
quería hacerle upa. Ojo, no fue celos con su hermano, o con algún otro bebé, o con su madre, sino fueron celos hacia el nuevo integrante de la familia, Catán,
un ovejero alemán de tan solo 45 días.
Muchas veces intenté darle celos a Uma, jugando con ella más
que nada. Agarro a Santi y lo alzo y lo abrazo, dejándola a ella en el piso
mirándonos, agarro a su madre y la empiezo a besar mientras Uma está upa suyo,
pero nada, siempre me mira con una sonrisa burlona y divertida.
El jueves fuimos a adoptar a Catán (nombre que le puso Santi
al perro, quería llamarlo Catana, como la espada, pero como nos decidimos por
el machito hubo que recortar el nombre a Catán). Lo primero que hicimos fue
dirigirnos al veterinario para que nos aconseje un poco sobre cómo tratarlo y
ver si hacía falta aplicarle alguna vacuna. Todo el tiempo lo tenía al perro en
brazos, mientras Uma estaba con su madre, y Santi no dejaba de preguntar cosas
desde el piso. En cierto momento, con cara de enojada (la gorda tiene la misma
cara de culo de su padre cuando se enoja) me empezó a estirar los brazos para
que la agarre. Yo le decía que no, que no podía porque estaba con Catán y ella
se retorcía sobre la madre y gritaba, enojada, ofendida, muy molesta por no
haber obtenido lo que quería de mi. Hizo la misma escena como una docena de
veces, cada vez peor. Luego llegamos a casa y no quiso que la toque, estaba
ofendida con su padre.
Un amigo me dijo una vez que una infancia sin un perro es
una infancia triste, y como no quiero que le pase eso a mis hijos, y motivados
por el tema del robo, decidimos adoptar a uno. Es un sacrificio enorme, no deja
de ser un cachorro al que hay que cuidar, alimentar, llevar al veterinario, jugar
con él, dedicarle tiempo y esfuerzo (con lo que escatiman hoy en día ambas
cosas), pero si pongo todo en la balanza creo que siempre va a ser positivo
para ellos tener una mascota. A la larga va a ser un integrante más de la familia,
esas cosas no pueden evitarse. Pero Santi y Uma tendrán que acostumbrarse y adaptarse,
nunca es fácil tener una nueva competencia por el tiempo de sus padres.
Un nuevo integrante en la familia, un nuevo posible problema.
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