Ayer tuvimos la fiestita del 9 de julio en el jardín de Santi. Por una cuestión de espacio físico, los padres de una determinada salita pueden ir sólo a una fiesta en todo el año. La independencia de la nación fue la que nos tocó a nosotros.
El día previo a la fiesta, la flaca lo estuve peleando a Santi:
- Bueno, le digo a la abuela que se quede con Uma y vamos solo con papi
- No, mi gordita tiene que ir
- Pero va a tener frio
- No importa, ella tiene que venir a mi fiestita
No sé si realmente Santi necesitaba que estemos la familia completa junto a él, o solo estaba interesado en que esté su hermana, porque al resto de la familia no nos dio pelota. Se paso toda la post fiesta presentándole su hermana al resto de sus compañeritos, no hubo uno que no terminara conociendo a Uma. “Ella es mi hermanita”, le decía a cuanta maestra y alumno se cruzara. En cierto momento escucho un diálogo entre una nena y él:
- Santiago, es hermoooosa tu hermanita, es re chiquita
Y Santi afirmaba con la cabeza mientras inflaba el pecho de orgullo y satisfacción.
La flaca me comentó, que el resto de los padres de la sala están teniendo muchos problemas con sus hijos, todos le reclaman un hermanito. Parece que este pedido colectivo está liderado por una sola persona, Santi, quien contagió sus ganas y alegría al resto, sin medir las consecuencias de sus actos (pobres padres, en la que los metió).
Me encantaría tener una camarita pegada al cuello de Santi todo el día, no puedo imaginar cómo una persona de tan solo 4 años y medio pueda contagiar tanta alegría. Todo gracias a su hermanita, a la que no deja de demostrar que la quiere cada día más.
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