domingo, 24 de junio de 2012

Lavarropas


- Pa, ¿quién nos lava el cerebro?
- ¿Que qué?
- ¿Que quién es el que nos lava el cerebro?
- De que hablas hijo, no te entiendo
- Cuando nacemos, ¿quién se encarga de lavarnos el cerebro?
- Nadie hijo, como nos van a lavar el cerebro, ¿de dónde sacaste eso?
- Simplemente lo sé
- ¿Pero te lo dijo alguien? ¿Lo escuchaste el alguna parte?
- Me lo contó Uma

Después de esa frase me agarró miedo. Ya no distingo lo real de la fantasía, lo que escribo de lo que sucedió, a veces saco algunas cosas de contexto e invento pequeños detalles porque no logro recordar lo que pasó en realidad (no llevo una cámara encendida a mi frente todo el tiempo, y la memoria de mi cerebro es muy volátil). Pero este dialogo fue como lo escribí, tal cual, sin exageraciones ni palabras distintas a las citadas. Santi tenía 4 años y medio, y todavía faltaban 3 días para que Uma naciera, cuando sucedió el diálogo anterior.

¿Por qué me preocupó el mismo entonces? Por el primer saludito de Uma. No se si tuvieron oportunidad de leerlo, pero cuando lo comencé a escribirlo, me la imaginé a Uma como un angelito, un hermoso ser puro y divino que decidió por si solo llegar a nuestra familia. Una de las cosas que dice Uma en su primer saludito, es que en el momento preciso en que los bebes llegan a este mundo, se olvidan de todo, de sus vidas pasadas, de los recuerdos almacenados. Su memoria se vuelve a cero (se les lava el cerebro) para comenzar en esta nueva vida.

A Santi yo no le había leído ese texto, ni su madre, ni nadie. No hay forma de que haya interpretado mi idea, lo que quise poner y haberlo adaptado a s comprención.

Por las dudas no seguí preguntando, nunca se sabe con qué te puede salir.

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