Faltaban un par de semanas y otra vez tuvimos que decidir
quien me acompañaría en la espera a la cesárea.
Había varios factores que corrían en contra para que la flaca
tuviera parto normal: la cesárea de Santi, la presión alta, la baja cantidad de
líquido y la operación de los ojos. La cesárea para que nazca Uma era
inminente, así también la elección de los acompañantes del padre en la espera.
A los pocos días de haberlo
tenido a Santi, la miré a la flaca a los ojos y le dije “para la próxima quiero
que me acompañe el gordito”. Ella aceptó, sin saber que 4 años y medios después
seguiría con la misma idea. El gordo es un amigo de la infancia, de esos que
llegan de casualidad y duran toda la vida. Podemos pasar años sin hablarnos ni
vernos, pero bastó con un mensajito de texto con la frase “el 13 nace Uma, que
tenes que hacer ese día?”, para su pronta respuesta y confirmación para ese
día. El gordito tiene fama de despistado, de esas personas que rompen todo a su
camino, pero no dudaría un segundo en ponerle a mi hija en sus brazos sabiendo
que está en un lugar seguro.
La segunda persona que elegí fue
mi abuela Ema. Unos días antes estábamos cenando en su casa y se ofreció para
lo que necesitáramos. La miré y le dije “quiero que estes a mi lado en el
preciso momento en que me presentan a mi hija”, aceptó sin dudarlo. Mi abuela
es la persona con más energía que conozco en este planeta, puede pasarse tres
días de caravana, de fiesta en fiesta, y levantarse a las 5 de la mañana para
ir a tomarse el colectivo que la lleve al trabajo (no exagero, ni en lo de las
fiestas ni en lo del trabajo). Es la única persona a la que no le apostaría
jamás en un juego de haber quien aguanta más tomando cerveza, contra ella
pierdo seguro. Mi abuela es un ser increíble, de otra raza de personas que ya
no existen en este mundo, si hay alguien a quien puedo entregarle mi hija con
total confianza es a ella, sus manos son más seguras que cualquier banco.
Ambos llegaron poco más de las 5
de la tarde, nos dieron tiempo a que nos pongamos cómodos en la habitación, y
que la flaca se preparara para el parto. Luego llegaron los camilleros, se
llevaron a la flaca, y los tres nos fuimos al 4to piso a lo que habíamos
venido. La cesárea estaba programada para las 6, a la flaca vinieron a buscarla
seis y media, no sabíamos cuanto tiempo teníamos que esperar, pero mis
acompañantes no se despegaron de mi lado. Tipo 7 y media una persona de
seguridad salió de terapia y nos dijo que solo podía quedarse el padre en la
sala de espera, nadie más porque habilitaban las visitas de terapia intensiva y
no se podía ocupar ese espacio. Así que mi abuela y el gordo tuvieron que
dejarme solo, a pesar de sus esfuerzos y ganas, no tuvieron opción ni voto.
A los cinco minutos pasó el
pediatra gritando quien era el padre de Uma, crucé la puerta que separaba la
sala de espera de los quirófanos y vi por primera vez en mi vida a mi hija. No
pensé mucho, no tuve oportunidad de que se cruzaran ideas por mi cerebro, solo
sentimientos. Lo miré al tipo vestido de doctor y le dije “no puedo creer que
sea tan hermosa”. El tipo me sonrió, me dijo que se la llevaba un ratito y que
me la devolvía. Cumplió su promesa y juntos bajamos por el ascensor hasta la
sala de nursery del segundo piso del hospital. Todo el viaje no pude apartar la vista
de mi hija, me llamó mucho la atención que tuviera los ojos abiertos,
pestañando todo el tiempo. A penas llegamos al 2do piso mi equipo de aguante me
estaba esperando, le hice una seña con la mano y corrieron ambos a mi lado.
Los ojos de mi abuela eran pura emoción, vidriosos por las lágrimas, arrugados
por la sonrisa en su rostro. Los brazos del gordo eran pura contención en un
abrazo, alegría pura canalizada a través de un tipo de 130 kilos.
Nos dejaron pasar a la nursery,
la enfermera me dio autorización para sacarles fotos, y me fui a la habitación
a buscar la cámara. En la enfermería la dejé sola a Uma con mi equipo de apoyo,
si ella tiene la posibilidad de contagiarse algo de ellos, tiene una hermosa
vida garantizada.
Qué gran equipo armé para este
momento. Si tuviese la misma capacidad para armar los del gran DT, lo ganaría
todas las fechas, y por afano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario