El fanatismo se hereda, no se obtiene ni se encuentra, lamentablemente lo pasamos, de padres a hijos, muchas veces sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo.
A Santi, con sus 3 años y 10 meses, le estoy pegando el mío por los superhéroes, no puedo evitarlo.
Al principio de su vida pensé que él la safaba, el tipito veía los Backyardigans, Dora la exploradora, Winii Poo, La casa de Micky Mouse, muchos programas coloridos donde los personajes cantaban y bailaban mientras intentaban resolver la problemática del día. A veces le enseñaban ingles, a veces a contar, le proponían juegos interactivos, y era hermoso verlo gritar en frente del televisor “MOCHILAAAA” o “MAPAAAA”, con cada pedido de ayuda de los personajes imaginarios.
Pero a partir de este año algo muto en Santi, o se lo contagié sin proponérmelo. Las canciones dejaron su lugar a los gritos, la música al ruido de golpes y disparos. Ahora aprende de armas, alienígenas y mutantes, mientras le repito a cada rato “lo que ves en la tele no se hace, no intentes hacerlo vos”, como recitaban los presentadores de circos de antaño.
Su personaje preferido es Ben 10, en cualquiera de sus versiones (aunque le tira un poco más la versión de “Supremacía Alienígena”, cuando son adolescentes). Se conoce los nombres de todos los alienígenas, los 10 primeros, los 10 siguientes, los extras y los supremos. Los llama por fonética y es hermoso escucharlo cuando lo hace (¿si nosotros bautizamos a R2D2 como Arturito en nuestra época porqué el no puede llamarlo Chichorey a Jet Ray?).
Y poco a poco se le fue pegando el fanatismo por el resto del universo de superhéroes. Primero fueron los X-Men (con Wolverin a la cabeza), luego Batman, el Hombre Araña, Superman, Hulk, Iron Man, y ahora son Linterna Verda, los Avengers, La liga de la Justicia , La joven Liga de la Justicia , Los Titanes, Thor, Generador Rex, etc, etc, ect. A veces me supera, cuando me pregunta por Backugan o Dragon Ball Z, y no se que contestar (algunos personajes son muy nuevos para mi).
Me causa alegría verlo ponerse la remera de Superman, y salir corriendo con los brazos extendidos, mientras hace el ruido del aire con la boca, y yo le grito “no te olvides que Superman no vuela de enserio, es sólo un dibujito”.
El fanatismo se hereda de padres a hijos, hay que tener cuidado de sus peligros y derivaciones, estar atentos en qué puede perjudicarlos. Mientras tanto me sigo mordiendo el labio inferior y me callo cada vez que Santi me dice que quiere disfrazarse de Robin.
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