viernes, 1 de julio de 2011

Honestidad brutal

Esta bien que uno quiera inculcarles a los hijos a decir siempre la verdad, a ser personas íntegras, honestas, francas, pero como se les enseña que en ciertas ocasiones uno debe mentir u ocultar para no lastimar a la otra persona. No estoy hablando de esconder una segunda familia, u ocultar que a uno le gusta vestirse de Gatúbela por las noches y salir a caminar por la plaza de Constitución, no, estoy hablando de esos pequeños detalles del día a día, el ocultar que a la comida le falta un poquito de cocción, o que quedó con demasiada sal para no lastimar la buena voluntad de quien la cocinó, o cuando una mujer te pregunta “como me quedo el pelo” después de estar 5 horas en la peluquería, siempre decir “hermoso” aunque estés seguro que le viste el mismo corte de pelo al 5 de Alls Boys después de que terminaron los 90 minutos del partido contra Banfield.

Hace un par de semanas fue el día del padre, mi tercer día del padre. La noche anterior al almuerzo de festejo en lo de mi suegro, nos pusimos a organizar los regalos (para este tipo de eventos todos suelen comprar regalos para todos, así que nos propusimos a hacer lo mismo). Uno para el abuelo de Santi, uno para su tío, y uy, nos encontramos con que no teníamos uno para Héctor (el vecino de enfrente de lo de mi suegra que son más familia que amigos). Héctor, es como un tío para Santi, sus hijos Laurita y Nico son como dos hermanos mayores, todos lo cuidan y quieren mucho, así que queríamos homenajearlo a él también con un regalo, pero eran casi las once de la noche y salvo algún bar donde comprarle un trago preparado no íbamos a conseguir nada. Me fui hasta la biblioteca, y empecé a revolver entre mis libros, buscando aquel que estuviese en mejor estado (tengo la maldita costumbre de doblar la punta de las hojas como señaladores o subrayar las frases que me gustan del libro, así que iba a ser difícil encontrar alguno que pudiese ser regalado). Buscando y buscando encontré “El mayor de mis defectos” de Fontanarrosa, un libro que como lo había leído muy rápido no llegué a destruirlo. Se lo llevo a la flaca y le pido que lo envuelva, ella mira el título y me pregunta “¿Estás seguro? ¿Qué tal esta el libro?”. “Mucho no me gusto”, le respondo, “tiene algunos cuentos muy buenos, pero esperaba más, igual está bueno, a Héctor puede llegar a gustarle”. Así que la flaca lo envolvió y terminamos con el asunto de los regalos.

Al día siguiente llegamos a lo de mi suegro. A penas pisé la cocina me puse a cocinar los ñoquis y a ayudarla con el estofado a mi suegra. Fueron llegando todos los invitados y cuando estuvieron todos Santi comenzó a repartir los regalos.

“Tomá tío este es para vos”
“Tomá abuelo, para vos”
“Toma Héctor, a mi papi no le gusto pero igual te lo regalamos”

Desde la cocina escuchaba todo y me moría de risa, pero la flaca que estaba al lado no sabía como zafar la situación “No hijo, el libro le gustó, lo que no le gustaba a papi era el papel con el que lo envolvimos”, y rezaba para que Santi no siguiera acotando comentarios.

Después llegamos a casa y nos pusimos a jugar a la play con Santi. Juego de lucha de los X-Men, primero él eligió a Sapo y yo a Magneto y me ganó 2 round a 0. Después hicimos pelea de chicas, yo elegí a Rouge y él a Tormenta. Después de un rato de estar jugando y ganarle fácil a Santi, veo que él no estaba tocando ningún botón, solo miraba la pantalla y se reía. ¿Qué pasa hijo que no jugás?, le pregunto, y mientras me miraba y se mataba de risa se responde “está en bombacha Tormenta, se le ve todo el culo”. Al día siguiente, antes de acostarnos nos pusimos a ver un poco de Bailando por un sueño y Santi repetía a cada raro “esa chica esta en bombacha como Tormenta, se le ve todo el culo”.

Tengo mucho miedo de llevarlo a la playa de vacaciones y que empiece a repetir a los gritos a cada raro “Mirá papi, está en culo, como Tormenta”. En ese momento ¿cómo le explico a la gente que mi hijo de tres años y medio está hablando de un superhéroe de un video juego de lucha y no de una bailarina exótica que le presenté en algún Cabaret de la zona de la terminal de La Plata?

1 comentario:

quito dijo...

jaja, son peligrosos los chicos... hay que cuidarse mucho del sincerinato parental...

lo voy a tener en cuenta cuando simón empiece a hablar!!!

abrazo

q.