Octavos de final de la copa del mundo Sudáfrica 2010. Argentina gana con comodidad ante México, pero de todas formas sigo expectante y nervioso ante el televisor. Santi grita “Argentina Argentina” a unos pocos centímetros de donde estoy. La banderita nacional con el sol en el medio le cubre la espalda mientras que sopla su corneta y se alegra de algo que dudo que entienda demaciado con sus dos añitos y medio. Su rostro está pintado de celeste y banco, el mío, más parecido al arte abstracto, deja apreciar una de las tantas obras de arte de mi hijo.
En la cancha los jugadores de Maradona se dejan ver relajados, Tevez acababa de convertir un verdadero golazo y los mejicanos, a pesar del descuento, daban pocas señales de poder alcanzar un empate.
El balón lo roba Messi, gambetea un par de jugadores y saca un remate digno de un poema. El arquero, dejando apreciar todos sus dotes de atleta, se estira al máximo y logra enviar el balón al corner.
Me tomo la cabeza y me tiro sobre el sillón al grito de “Uhhhh” por la oportunidad desperdiciada. Santi deja de cantar, se sube al sillón, me sube arriba mío, apoya su frente sobre la mía y me dice:
- ¿Estás bien papi? ¿Te duele algo?
Este chiquito es genial, y aunque a veces confunda las cosas, no deja de interesarse por todo y por todos.
martes, 29 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario