miércoles, 25 de noviembre de 2009

Preguntas

Unos ojos claros me llaman la atención a lo lejos, el tono celeste de los mismos no le dan la posibilidad de pasar desapercibida, aún intentándolo. Alejo la vista para ver un poco más, y un rostro acorde a ellos descansaba relajado al compás del sonido que repelen los auriculares de su pequeño mp4. Al notar mi vista pendiente de su rostro sus músculos se tensionan, su mirada muta su expresión, se pone a la defensiva sin que nadie la allá atacado. ¿Porqué una simple mirada convierte a una dama en un león enjaulado? ¿Qué esconde esa posición defensiva? ¿los hombres la habrán tratado mal en su vida? ¿Cuántas malas experiencias habrá tenido y no querrá repetir y por todos los medios intenta evitarlo? ¿Si yo también tuviese ojos claros su postura sería otra?. Un hombre le sede el asiento y ella le regala una sonrisa a cambio. Los músculos de su rostro volvieron a relajarse y continúan vibrando al compás del sonido.
Un hombre de edad mayor intenta canjear sus monedas por el boleto que avale su viaje prepago. Una moneda rebelde no deja que la máquina cuente el importe exacto. El chofer de mala gana le grita, casi insultándolo, lo pone aún más nervioso, le hace resbalar varias monedas de su mano. El chofer vuelve a mirarlo, resoplar, apurarlo. Otro pasajero lo ayuda a juntar las monedas, lo tranquiliza, le obtiene el boleto poniendo dinero de su propio bolsillo, lo toma del brazo, lo acompaña a un asiento. El chofer mira la escena negando con la cabeza. Otra anciana sube al rato, sus piernas frágiles y sus brazos temblorosos, el chofer ve su esfuerzo y mira insultando hacia otro lado, apoya su cabeza en su mano, mira con desprecio y hastío, la viejita le hace una pregunta, el chofer responde a desgano, sobrando, con asco. ¿qué lleva a este hombre a actuar de esa manera? ¿porqué el desprecio hacia nuestros ancianos? ¿pensará que nunca le tocará? ¿temerá que alguna vez le toque? ¿habrá tenido alguna abuela que lo ha torturado de pequeño? ¿no habrá tenido abuelos? ¿tendrá que soportar lo caprichos de alguna suegra anciana que lo persigue con sus demandas por todos lados? ¿creerá que el colectivo le pertenece y tiene derecho a reprochar y criticar todo lo que pase en él? ¿será el simple miedo a la muerte, a lo inevitable, al paso del tiempo, a saber que nuestros cuerpos son débiles, delicados, efímeros?
Un hombre portando un bolso grande y gastado habla al oído del chofer, este afirma con la cabeza. Se apoya en un caño, abre su bolso y comienza a ofrecer con voz forzada y mirada perdida en sus manos un producto que luego pondrá a la venta. Habla de sus propiedades, de lo caro que esta en los negocios, en lo barato que lo venderá el día de hoy, sólo por hoy, sólo por ese rato. Termina su discurso prometiendo satisfacción con la compra del producto, varias personas levantan la mano. ¿cómo terminó este hombre siendo vendedor ambulante? ¿cómo decidió subirse a un bondi a hacer su trabajo? ¿de dónde obtiene la mercadería que ofrece? ¿porqué tan barata a diferencia de otros lados? ¿sabe que está estafando a la gente? ¿pretende estafar a la gente? ¿él también es un estafado? ¿nunca decidió buscar otro trabajo? ¿nunca quiso conseguir otro trabajo? ¿porqué se ven tan pocos de estos personajes por los colectivos de barrio? ¿en otros países se encontraran vendiendo productos certificados por normas IRAM? ¿porqué la gente compra sabiendo que pueden ser estafados? ¿Por qué la necesidad de comprar algo? ¿qué tan interesante puede ser el producto para comprarlo sin garantía alguna (ni siquiera que ande) a un desconocido en un vehículo en movimiento, a alguien que desaparecerá de toda vista en un simple rato?
A lo lejos se escuchan tambores, cada vez más fuertes, nos estamos acercando a una manifestación. Miro por la ventanilla y veo muchos rostros tristes y preocupados, sus cuerpos vestidos con uniforme de trabajo, en sus manos pancartas en algunos casos, tambores y palos en otros. Todos mantienen una postura de ataque menos uno de los tamboristas quien parece estarlo disfrutando, sonrisa en su rostro, ojos desorbitados, mangas cortas arremangadas y movimiento en su cuerpo como si estuviese bailando. ¿qué hace que esta persona tenga un estado de ánimo tan distinto al de sus compañeros? ¿le gustará la protesta, se sentirá motivado por el reclamo? ¿se sentirá satisfecho tocando el bombo, habrá nacido para eso? ¿por qué no puede disimular su alegría, aunque sea para acompañar a sus compañeros?
Me hago estas preguntas mientras sigo observando el mundo que me rodea, ciento de rostros que me cruzo por las calles porteñas, todas distintas, todas inmersas en sus propias vidas, en sus futuros, en sus pasados. Me hago las preguntas y no obtengo respuestas, quizás solo sirvan para darme cuenta que no estoy solo, aunque lo sienta la mayoría del tiempo, que al lado mío viajan personas, llenas de vida y sentimientos, de angustias, de tristezas, de miedos, llenas de incertidumbre, de desconfianza, de recuerdos, de anécdotas.
Acomodo mi trasero en el asiento del bondi, abro mi oblogo en la página siguiente y continúo viaje a presentar la renuncia a mi actual trabajo.

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