martes, 10 de noviembre de 2009

Despedida

-¿Uh, qué me pasó?

Sentía la cabeza inmersa en un prensa matambre, y el resto del cuerpo no tenía nada que envidiarle.

Intentó sentarse y le dolió el culo.

-¿La puta, que me hicieron?.- se tomó el pene con ambas manos motivado por un ardor genital.

Estaba completamente desnudo y a penas llevaba a leer sobre su vientre un número de teléfono pintado con rouge rojo carmesí.

-A estos pibes los mato.- resopló en vos alta y volvió a tomarse la cabeza con ambas manos, esta vez la que tenía pelos.

La noche anterior había sido su despedida de soltero, poco recordaba de ella, pero tenía muy presente a los delicuentes que alguna vez llamó amigos.

-Egú y la concha de tu madre.- recordó que la noche anterior le dijo “no te preocupes yo cuido que no te hagan nada”, pero por algún motivo no pudo recordarlo presente en el evento.

Miro sus manos y notó marcas rojas en sus muñecas, de seguro las causaron alguna cuerda, pero no recordaba en que circunstancias.

-Este seguro que fue el resentido de quito porque hice que se lo coma un trapo en la suya.- trataba de entender algo de lo ocurrido, mientras reía y sentía un gusto extraño en la boca, algo gelatinoso y amargo. – la puta que lo parió.- gritó mientras escupía.

Intentó pararse pero las piernas no les respondía, permaneció un rato sentado mientras se ubicaba en donde estaba. Se encontró rodeado de cuatro paredes color beige humedad, muchas manchas, mucho polvo. Las cortinas improvisadas con trapos viejos y la escasa iluminación del único foquito color verde no eran buen augurio, el ardor creciente en el orto tampoco. Reconoció su ropa apoyada sobre una silla, la remera de River que le había prestado cope estaba toda sucia y arrugada.

-No se la devuelvo una mierda a cope.- dijo en vos baja mientras se ponía encima la única prenda disponible para cubrir su cuerpo desnudo.- Maldito cope, voy a disfrutar cuando le tiemble el ojito cuando no se la quiera dar.- volvió a sonreír y volvió a sentir una aplanadora sobre el cuerpo.

Sigilosamente se acercó a la puerta de la habitación, no se animaba a asomar la cabeza por miedo a lo que pudiera encontrar del otro lado. Revisó sus bolsillos y encontró un billete de veinte pesos y nada más.

-Seguro que este fue Asus, está en todos los detalles.- se dijo y volvió a guardarlo

Asomo la cabeza por el pasillo y para su agrado no vio presencia humana. En puntas de pie caminó hacia un extremo del pasillo siguiendo lo que parecían ser rayos de sol que apenas alumbraban algo. Para su agrado se encontró con la puerta de salida, y un patio por cruzar. Una vieja se mecía en una silla aún más vieja que ella, mientras que dos gatos se frotaban sobre sus arrugadas piernas. Dos nenes en pañales y sucios jugaban con un charco de agua que descansaba a un costado del patio. Dito los miro, cerró los ojos y cruzó corriendo. Ninguno de los tres se dio cuenta de su presencia.

Una vez en la calle se percató que ya no estaba en el microcentro, nulos edificios y muchas casillas de chapa dibujaban un paisaje típico de una postal de la boca, el olor a riachuelo lo ayudo confirmarlo.

-Se me parte la cabeza, no aprendo más que no debo seguirle el ritmo a Leiño con la cerveza.- Hablo para si mismo, mientras se sacaba el pantalón del medio del culo.

Recién el séptimo taxi que intentó parar se detuvo, la mayoría solo pasaba y le gritaba “gallina puta” junto a otras señas que realizaban con gran destreza con los dedos de la mano.

Lo que restó del día lo aprovechó para dormir, al día siguiente era su casamiento y debía intentar detener el ardor anal, sino tendría que simular bailando toda la noche.

En la iglesia se encontró con sus cinco amigos, todos de trajes, bien vestido. Poco quedaba de aquellos delincuentes que echaron de aquel bar de San Telmo la noche anterior y que tan desalmadamente lo abandonaron vaya uno a saber en que condiciones en una villa de la boca.

Nunca les preguntó que pasó esa noche, hay ciertas cosas que es preferible no saberlas. Sólo le quedó como recuerdo de su despedida de soltero un ardor tremendo en el culo cada vez que come morrones o algo con ajo.

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