miércoles, 5 de agosto de 2009

Nuevos destinos

Le acariciaba el cabello por última vez, sabía que esa sería la última noche que la vería y temía peder su recuerdo.
Tanto tiempo compartido, tantos momentos, media vida juntos.
La suavidad de los pelos entre sus dedos le recordó aquella maravillosa tarde en el campo. Ambos corrían de la mano esquivando charcos y bosta de vaca cuando fueron eclipsados por un hermoso atardecer, el rojo y naranja del horizonte llenó sus corazones de pasión y ahí, sobre el pasto húmedo, bailaron por primera vez la balada del amor. Cómo le picaban los huevos por el pasto molesto, no pudo evitar salir de sus recuerdos por un instante y acomodarse el pantalón.
Observó sus claros ojos y notó en uno una pequeña lágrima ceca, ¿ella también habría recordado esos momentos?, tuvo una erección de solo pensarlo.
Recorrió con la yema de sus dedos su largo y delgado cuello, su piel erizada, sus poros receptores de sentimientos. Recordó las noches en esa cabaña del sur donde se mataban una y otra vez en la alfombra a besos, con la hoguera de testigo, con sus cuerpos desnudos transpirando con lo nuevo. Cenaban en sus cuerpos, almorzaban en su lecho, merendaban amor y desayunaban en la cafetería del hotel por que estaba incluido en paquete contratado.
Observó como vestía esa última noche, el vestido que le había regalado en el viaje a París, los zapatos que compraron juntos en Londres, la ropa interior adquirida por Internet del último catálogo de Victoria Secret y las medias de la feria paraguaya que pagaron dos pesos.
Todo lo llenaba de anécdotas, cuantas veces le habrá quitado ese vestido poseído por la pasión, cuantas veces le habrá quitado esa cola lees con los dientes, disfrutando el momento, gozando el momento, cuanto discutió con la paraguaya del puesto de las medias porque no quería darle una bolsita de polietileno por un solo par.
Todo en ella desde ese momento pasaba a ser un gran recuerdo, ella fue su único amor, fue lo mejor que sintió sobre su cuerpo.
La cargó en brazos por última vez, la beso en los labios, la deposito suavemente sobre la alfombra, acomodó sus piernas y sus brazos y cerro el baúl del auto. Tenía que deshacerse del cuerpo rápidamente, antes que la descomposición empiece a hacer efecto. Prendió el motor de su viejo Renault 9 y se palmeó el bolsillo izquierdo de su camisa, sintió el billete de Quini 6 ganador, se imagino rodeado de los 24 millones de pesos, y le agradeció a ella por tener tanta suerte al elegir los números correctos.

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