martes, 24 de febrero de 2009

Secretos

Extrajo el cuchillo de su frágil cuerpo y sintió en el alma que todo había terminado. Estaba frío y todo ensangrentado.
Rápido corrió hacia el final del cuarto sin notar que de sus manos caían una a una las pruebas de su acto, manchando el cerámico color arena con círculos rojos que se oscurecían a cada paso.
Soltó el cuchillo y escuchó la hoja filosa vibrar por el golpe contra el suelo. A sus espaldas sólo un goteo y el murmullo del tránsito de una avenida ignorante de los hechos que acontecieron esa tarde en un departamento de Palermo.
Tomó el teléfono, marcó el número que brotaba de su memoria sin mayor esfuerzo y sintió que su corazón latía al ritmo del tono mientras esperaba escuchar del otro lado la tan conocida voz que podía ayudarla en ese momento.
Esa noche todo se descubriría, esa noche se acabaría el juego.

“Che, flaca, esto está buenísimo, confesa caradura, esto no lo hiciste vos”
“Tenés razón. Compre una colita de cuadril pero cuando quise mecharla largó mucho juguito y me dio un poco de asco. Después te paso el teléfono del chino de acá a la vuelta donde compré todo, excelente merca y muy barato”
“Y yo que te tenía como buena cocinera, que turrita resultaste”
“Y bueno, para la próxima compro todo hecho de una y me ahorro el tener que limpiar la cocina, cada una tiene sus secretos”

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