jueves, 26 de febrero de 2009

Miradas

La miró como tantas veces, incontables veces desde que se conocieron. Las palabras sobraban, ella interpretaba a la perfección sus gestos. Sus ojos se notaban preocupados, algo tristes y cansados. Pensó en hablar, pero calló, comprendiendo que ese no era el momento. Cuantos recuerdos vinieron a su mente, cuantos hermosos momentos. Le dio lástima sentir que ese era uno de los últimos, sintió un vacío por un futuro incierto.

Ella lo observaba analítica, sabía lo que él iba a decir y no quería escucharlo, tenía miedo. Se limpió el sudor de la frente, no hacía calor, era todo producto de los nervios. Cerró un ojo viajando al pasado con sus recuerdos, qué lindas épocas, cómo había desaparecido el tiempo. Al abrirlo vio como su compañero abría la boca, intentando decir algo pero sin hacerlo.

Escucharon un grito y sus cuerpos se estremecieron, se acercaba el final.

Él se levantó de la silla de manera brusca y violenta, y grito “quiero”. Colocó un tres en la mesa matando al dos de su adversario, el compañero de este se pegó un siete de espada en la frente esbozando una sonrisa inmensa, su compañera lo miro de reojo y puso con toda discreción el ancho de bastos en juego, ganando la tercera mano de la partida, ganando el campeonato de truco del barrio obrero.

1 comentario:

Dito dijo...

Eguuuuu, sos el rey de los cuentos que mantienen el suspenso hasta último momento!!! Sos el Luis Landriscina de La Plata.