viernes, 5 de septiembre de 2008

Sociedad mentirosa

Hace algunos días me pasó algo muy raro (raro es una forma de decir, lamentablemente este tipo de situaciones son cada día más habituales), que me dejo pensando y un poco acongojado, porque podría haber hecho algo para ayudar a alguien y sin embargo solo me salió el rechazo.
Luego de una larga jornada laboral emprendí mi retirada hacia la parada del colectivo que tan amablemente me traslada hacia mi ciudad residencial. En el camino me detuvo una señora, de unos cincuenta años, que muy amablemente me dijo “disculpame, ¿me podrías ayudar?”. Cómo uno actúa por instinto me detuve y comencé a oírla. Me comento que era diabética y que necesitaba comprarse unas banditas reactivas porque la obra social no se las cubría y que esa mañana se había descompuesto y no tenía dinero para adquirirla, me mostró una fotocopia de algo muy usada y vieja y una bolsita donde se suponía que tenía el aparato para la medición. Luego de la explicación de rutina paso al mangazo. Mi respuesta para estos casos es automática, “disculpa pero no puedo” y comencé a caminar. En eso me pregunto “¿Por qué todos en esta sociedad son tan mentirosos?”, a lo que sólo pude responderle un “no sé”, y comenzó a insultarme y maldecirme y desearme las peores de las calamidades por no querer colaborar con una moneda para su compra.
De este relato me surgieron varias preguntas. ¿Uno está obligado a colaborar con quien se lo solicite? ¿Y siendo así por qué? Si esta pregunta fuese afirmativa tendría un gasto diario de limosna superior al de comida. En el camino a la parada del colectivo alrededor de 20 personas solicitan mi colaboración monetaria, malabaristas, cómicos, estatuas vivientes, linyeras, niños con 9 hermanitos sin tener dinero para comer, borrachos, locos, vagabundos, refugiados de países de los que todavía no conocemos el nombre, organizaciones de ayudas humanitarias, sindicatos en reclamo, ex combatientes de Malvinas, paralíticos, ciegos, lisiados, son algunos de los personajes que integran este mundillo pedigueño. ¿Cuál sería el criterio para recompensar a algunos si y a otros no? Sería injusto dar a algunos y dejar sin nada a otros, y el criterio para decidir es muy vago y difuso. Quizás el hombre al que le falten las dos piernas y la señora siega tengan mayor prioridad que las organizaciones de ayuda contra el mal de las vacas locas, o quizás no, ¿se podría llegar a hacer una ponderación de los males de la gente que pide dinero? y ¿cómo hace uno para estar seguro que el dinero que dona será destinado a la causa para la cual fue solicito?. Este es imposible de saberlo, por más papelitos certificados que se nos muestren, y acá es donde se descontrola todo el asunto, se genera desconfianza y uno se acostumbra a esta desconfianza, no se cree en nada ni en nadie y uno ingresa en ese juego de mentiras e hipocresía. En alguna parte de la historia perdimos a confianza hacia el prójimo, a bases de golpes y errores esta confianza fue saqueada, y una vez rota, por más empeño que se ponga, es imposible reestablecerla a su estado original. ¿Vivimos en una sociedad mentirosa? Sí, la respuesta es un contundente sí, las circunstancias te llevan a eso, es inevitable el “no tengo”, “ando sin monedas”, “estoy apurado”, “no puedo”, estas respuestas son automáticas, uno no las piensa ni las razona, simplemente las escupe gambeteando el problema.
¿Que tendría que haber hecho en esa situación? Quizás lo correcto hubiese sido acompañar a la señora hasta alguna farmacia y comprarle personalmente las tiras reactivas, no era más de 10 minutos de mi tiempo y algo de dinero del que puedo disponer, pero sinceramente no me di cuenta en ese momento y terminé con una bolsa de insultos cargada sobre la espalda la cual no creo merecer.
En otros casos he obrado de forma parecida, si me piden porque tienen hambre les regalo el paquete de galletitas que tengo encima, si me piden para alimentar a los hijos, les compro un sachet de leche en alguna almacén, son prácticas que dejan satisfecha a mi conciencia en ambos sentidos, pude ayudar a quien me lo solicitó y el dinero no es destinado para un fin que no era el previsto.
Pero aún este tipo de métodos no siempre es válido. Cuando teníamos el cyber, la mayoría de mis clientes eran de una favela que existía a pocas cuadras. Siempre me llamó la atención lo unidos que eran los chicos y lo mucho que compartían todo lo que tenían. Siempre llegaban en grupos numerosos y uno o dos pagaban el servicio para todos, compraban golosinas y hasta me convidaban a mí (sí, al tipo que se las vendía). Un día me los crucé pidiendo dinero en una estación de servicio y descubrí de donde provenía el dinero para el cyber. Las cosas que le regalaba la gente que no era dinero solían traérmelas y regalármelas a mí, porque a ellos no les gustaba o no les interesaba. En definitiva, comprarles algo tampoco es garantía de que lo utilicen como es debido.
Resumiendo, es un tema difícil de tratar, de encarar, de erradicar; la confianza que perdimos como sociedad no creo que sea recuperada, nadie cree en nadie, y muchas veces no está mal que sea así, quizás estemos siendo injustos con quienes realmente lo necesitan, pero qué nos dice que estamos haciendo lo correcto y no generando un mal mayor. Por lo pronto le pido disculpas a la señora si necesitaba mi ayuda, pero no supe reaccionar en su momento y ahora me parece que es tarde para volver mis pasos y a pesar de los insultos intentarla ayudar.

2 comentarios:

Capitán Manija dijo...

es difícil discernir cuándo el que te está pidiendo lo hace honradamente o lo hace de chanta... cuesta mucho y la verdad siempre te pone en un lugar incómodo...

a mí muchas veces me convencen... y de hecho muchas de esas veces vi como el pibe va y se tira las monedas "para comer" en los fichines por ejemplo...
cuando era chico, a mi casa iba un pibe (sergio) al que mi mamá le daba de comer... a nosotros no nos faltaba nada y no nos quejábamos de su asistencia... jugaba con nosotros y almorzaba o merendaba con nosotros... resultó que un día no tenía zapatillas y mi vieja fue y le compró un par... cuando se fue, nosotros la miramos a mi vieja y le preguntamos porqué le había comprado zapatillas nuevas a él y a nosotros no... nos respondió que porque las necesitaba más, y tenía razón... a la semana el pibe regresó y no tenía puestas las zapatillas... se las había sacado el padre y las había cambiado por vino...
esto es injusto? es justo? nunca sabré... lo único que sé es que muchos años después había un pibe sentado en la esquina mirando hacia mi casa en actitud sospechosa... cuando la vio salir a mi vieja por fin se acercó y le agradeció por haber sido tan generosa con él... era el mismo pibe que nunca se olvidó de cómo lo trató mi familia...
después perdimos esa casa (por ayudar a gente de mierda), así que calculo q el muchacho ya no podrá encontrar a mi vieja si la busca otra vez... pero será otra historia...

en fin, uno siempre quisiera poder ayudar a quien lo merezca o con quien realmente fuera justo... pero no se puede saber qué es cierto y qué no de todo lo que te dicen en la calle por una moneda o ciertamente gente que te dice que es amigo...
así que qué hacer? bueno, yo creo q hay q dejarse llevar por lo que uno siente en el momento y no defraudarse si en definitiva t terminan cagando... al fin de cuentas si alguien te miente por una moneda es que tiene la vida cagada... y vos no dejás de ser la persona q ayuda cuando puede...
pero, eso si, si le he negado una ayuda a alguien y me putea como te pasó a vos, por más cierto q sea el cuento me parece que no se merece nada... porque no puede ni tiene derecho a maldecirte porque no la ayudes... las personas así son las que cagan la sociedad...

y si... la sociedad está bastante podrida... siempre lo estuvo... por eso es como es... por eso uno tiene ganas de vivir: porque siempre está lleno de cosas para cambiar...

un abrazo... siempre haciendo pensar...

quito.

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Luis Luchessi dijo...

Yo tengo un punto de vista bastante diferente... la verdad yo estoy totalmente en contra de la gente que vive de limosna, a decir verdad en este país hay una verdadera cultura del pedir. A mi me tocó vivir mi infancia en un lugar bastante humilde, por no decir que todo el mundo era pobre... ahí más que en ningún otro lado aprendés a "leer" a la gente y terminás descubriendo que los que vivían de la limosna terminaban teniendo siempre una mejor vida que los que simplemente vivíamos de algún tipo de trabajo.
Al argentino, y me incluyo, no nos gusta trabajar, algunos nos resignamos a que es la única manera de salir adelante pero a otros les parece mejor vivir de los demás (cuesta muchísimo menos)
No puede ser que todos los días nos crucemos con todos los enfermos de SIDA del país, o con todos los veteranos de malvinas. Dicho sea de paso, mi tío es veterano y sin embargo tiene un trabajo.