miércoles, 21 de mayo de 2008

Misterios diminutos

Hay un misterio que ronda mi vida, algo insignificantes dirán algunos, y de seguro tienen razón.
Todos los días, cuando vuelvo del trabajo, me bajo en plaza Belgrano, una de las paradas de rigor de la costera metropolitana. Al pisar la vereda de la plaza uno no puede evitar preguntarse ¿de donde vendrá ese olor, será simplemente un sueño?
Un aroma a pan recién orneado invade todo el parque, una mezcla de levadura, harina, agua, sal y algún conservante que no logro descifrar, que llevados al orno provocan una sensación de placer que aún no logran embotellar en una fragancia para el cuerpo.
Lo primero que siento es curiosidad, ¿de donde vendrá? ¿Por qué estarán horneando pan a las 18:30 hs? (si fuese a las 6:10, el otro horario que me tomo el colectivo, es comprensible, pero de tarde no tiene mucho sentido).
Lo segundo que provoca es la vuelta de algunos recuerdos. Empiezo a recordar los sábados de madrugada cuando pasábamos por la panadería del barrio después de bailar, a pedir unos pancitos de regalo, siempre nos volvíamos con la flautita debajo del brazo, quemándonos por estar recién horneados pero felices por la llapa del cierre de un nuevo sábado. Recuerdo los domingos en que me levantaba mi viejo, en que lo acompañaba a comprar el diario, las facturas para los mates, el llevarle todo en bandeja a la cama a mi madre, el desayunar los cinco en un colchón que no deja ni un hueco.
Lo tercero que te provoca es hambre, es inevitable pensar en degustar un buen sanwiche, unas facturas, unas galletas o solo un pedacito de miñon, algo para reemplazar ese olor que te invade los pulmones y te regocija el alma.
Pero todo tiene su final y es inevitable tener que emprender la caminata. De a poco mi cuerpo se pone en movimiento con el automático prendido y el cerebro el neutro, una pierna guía a la otra, los ojos entrecerrados por el viaje me guían por el camino de regreso. Algo adormecido aún, intento que mis miembros respondan a mis pensamientos, pero ellos solo avanzan, buscan lo cotidiano, retoman por el mismo camino que hace casi tres años vienen repitiendo. Mientras me alejo por la diagonal el aroma se va perdiendo, como si fuese exclusivo de la plaza, como si solo hubiese sido un buen recuerdo.
Mañana será lo mismo, la rutina tiene ese defecto, no da lugar a algo nuevo, repite y repite haciendo cotidiano lo que en algún momento nos sorprendió vaya uno a saber hace ya cuanto tiempo.
Si fuese más joven buscaría la fabrica de olores, recorrería el barrio intentando descifrar el misterio, pero lamentablemente estoy viejo para esos trotes, estoy viejo para el intento.
Si andan por La Plata hay varios lugares que son únicos, que no se aprecian, que tienen un encanto único y secreto. Un atardecer en el distribuidor, esa semi autopista llena de autos que se la pasan corriendo, esa pequeña loma que al treparla te regala un sol rojizo intenso que se esta escondiendo; sentarse en un banco de diagonal 73 en primavera, verse invadido por las flores violetas que caen del cielo, tener un colchón de ellas para que disfrutemos de sus colores mientras las pisamos por estar invadiendo el suelo; tomar unos mates en el camino a Punta Lara, disfrutando el espectáculo de los aviones acróbatas en el cielo, esperar que halla el suficiente viendo para remontar un barrilete, para ser parte uno también de los dueños del firmamento; a todas estas maravillas le sumo detenerse en Plaza Belgrano, 13 entre 39 y 40 para que quien le gusta las direcciones precisas, a las seis y media de la tarde, quizás un poco más quizás un poco menos, respirar hondo unos segundos, retener el viento, recordar, soñar, interrogar, desear, dejarse llevar en sueños.
No puedo recomendarles bares ni boliches, cines ni museos, por que hace tiempo que no los frecuento. Pero si disfrutan de lo simple, como yo tantas veces lo he hecho, tienen esta humilde guía, esta ayuda al viajero.

4 comentarios:

Luis Luchessi dijo...

Como ya sabrás entre otras cosas comparto lugar de trabajo y horarios con vos.
A mi también me llamó la atención ese olorcito particular, pero yo sí me puse a indagar por el lugar... porque, te imaginás? Tener que vivir por ahí debe ser una tortura, así que para hacer una bien a la sociedad busqué la fuente de ese olorcito narcotizante.
Resulta que la fuente es una panificadora indutrial (por eso hay olorcito de noche) ubicada en 13 e/ 38 y 39.
Otra cosa que compartimos, eso ya lo debés saber es ese gusto por lo simple ya que yo también prefiero un buen paseo, viendo la natturaleza a mi alrededor, que ir a un cine y ni hablar de un boliche. Bueno Egú! seguí así!!!

Capitán Manija dijo...

egú... la vida se contruye de a detalles... las cosas simples son las que generan las cosas complejas... las cosas simples son las que forman las grandes cosas...

no sé con quién hablaba hace unos días, pero le decía que no tenía que enloquecerse por hacer todo ya, ni por estar en toooodo... le decía que hay que ir tranquilo, pensando en los detalles, que todo se construye así, que no hay que arrebatar las cosas, que paso a paso se llega solo... y si se disfruta del camino tal vez hasta terminemos cambiando el rumbo... si no apreciamos el suelo donde pisamos puede que al llegar corriendo a donde queremos terminemos por arrepentirnos y llorando miremos hacia atrás sin poder ver aquello que ya ha pasado...

una vez tmb escribí (en algún lado estará), que la felicidad no está en el resultado sino en el camino que se anda para llegar a ella... la felicidad está en llenar los pulmones con ese aroma emocionante, y encima que sea todos los días!!!

puta, como siempre me pasa, termino saliendo para el campo y chorreando palabrerío... perdón...

una coas más: egú, tenés todo para ser un gran escritor, a saber,
-escribís bien.
-tenés faltas de ortografía.
-tenés experiencias.
-viviste.
-de lo que viviste recordás mucho.
-y sobre todo, ves los detalles...

la lista es más larga, pero el apreciar los detalles es lo que hace diferente a las personas... fijate que el mundo en su mayoría pasa por la vida sin encontrarle siquiera un pelo en la sopa... y eso es vivir muriendo... la verdadera vida está en recorrer por un rato el vuelo de un pájaro, colgarse mirando en el espejo a esa persona que vimos toda la vida y que si la vemos en detalle es un total desconocido, escuchar una voz que canta, buscar la energía de un abrazo, tener ganas de llorar de emoción por una película o por ver a un perro sonreír... yo que sé, hay tanto ahí afuera y acá adentro para disfrutar... y sin embargo a veces nos olvidamos de todo lo que nos sobra...

abrazo enorme egú!!! sos un tipo que hace pensar y vivir...

gracias!

quito.
www.brodeldiome.com.ar

Anónimo dijo...

Eguuu, son las 2:30 de la tarde, acabo de almorzar y ya tengo ganas de merendar mate con facturas!!!, jajaja

LeO dijo...

Tal vez la gracia está en no preocuparse por buscar de donde viene el aroma...

Disfrutarlo sin más.


Un abrazo grande