Quizás uno de los días que marcaron mi vida, cambiándola en todos los sentidos, fue cuando conocí a la madre de mi hijo (mi embase preferido por llamarla de alguna manera).
El narigón quería organizarme una cita con una amiga de una chica con quien él salía en ese momento. Eso de las citas nunca me convenció demasiado, me suena muy a película yanqui, muy bananero, pero como negarme a la posibilidad de un nuevo romance, sobre todo estando soltero.
La organización de la cita en si fue un poco desprolija, característica típica del narigón, pero es parte de su encanto, salimos con un montón de gente a jugar al pool, algunos amigos y otros no tanto, cualquiera podía encararla sin mayores inconvenientes, o sea que no estaba tan arreglado.
Fuimos al centro de la ciudad en grupo, en ese 273 que me ha llevado a tantos lados, y mientras los pibes iban a reservar mesa para jugar al pool, con el narigón fuimos a buscar a su novia y a la amiga a la casa de la primera.
Todavía recuerdo cuando la vi bajar por las escaleras, cual película en cámara lenta. Tenía un pulóver negro de hilo, pantalones de vestir y el pelo suelto. Cosa rara la memoria, no recuerdo las fechas de cumpleaños de mis amigos, los nombres de ninguno de mis maestros, la dirección de donde trabajo hace dos años o mi número de interno, pero aún logro recordar como estaba vestida la flaca el día en que la conocí, ¿quien es el duende que administra los recuerdos, quien es el selector de lo bueno y lo malo?.
Lo primero que pensé al verla fue “que buena que esta mina”, seamos sinceros, no soy muy original en mis pensamientos. Tiempo después ella me confesó que lo primero que pensó fue “a mi amiga la mato, mira lo que me trajo”, lo cual no me deja muy bien parado que digamos, pero fue la realidad y hay que contar todos los sucesos.
La noche transcurrió sin pena y sin gloria, nosotros tomábamos cerveza, ella gaseosa, no le gusta las bebidas alcohólicas, nosotros jugábamos al pool, ella y su amiga miraban sentadas desde la mesa, nosotros hacíamos chistes y ellas hablaban de lo suyo, más bien transcurrió sin gloria y bastante pena, ni una mirada provocadora, si una insinuación, si me acercaba me ladraba, ni si quiera una esperanza de entablar una conversación.
Luego de un buen rato decidimos acompañarlas a la casa de su amiga. Mis amigos se volvieron o se quedaron en algún otro lugar y con el narigón hicimos de acompañantes programados. El narigón y su chica iban de fondo y con la flaca íbamos delante hablando, facultad, familia, trabajo, de todo fue tratado. Me comentó que estaba muy cansada por que durante el día había cuidado a los hijos de unos amigos, que por eso quizás estuvo un poco distante, un poco apagada. Cuando faltaba un par de cuadras para llegar, de fondo empezó el narigón a entonar una canción “dame un piquito, uno así chiquito, dame un piquito, que no aguanto más” (hit esporádico de Riquelme, uno de los personajes de video Match), mientras que la flaca no sabía donde esconderse y yo me hacía el boludo (cosa que me sale muy bien por cierto).
Cuando llegó el momento de la despedida en la puerta de la casa, le dije que la había pasado bien aunque ella haya estado dormida, me miró y me dijo que también la paso bien, en ese momento le robé un beso que se extendió por unos cuantos minutos.
Hoy, diez años y casi diez meses después, aún recuerdo ese 14 de febrero que cambio mi vida, dándole otro rumbo, uno hermoso e inesperado. A unos pocos días de ser padres por primera vez, quiero agradecer al narigón por habernos presentado, el “esta mina es justo para vos”, el no haberse equivocado. Agradezco a la vida por haberla conocido y por lo que nos espera a corto plazo, agradezco los caminos del azar y el no haberme equivocado.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
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1 comentario:
Linda linda historia...
Te felicito por animarte a contarla olvidando los prepucios machistas!
Me encanta escuchar (o leer) historias de amor...
Yo también felicito a ese tal narigón por haber tenido el ojo para darse cuenta que ustedes iban a ser el uno para el otro...
chin chin por vos y la flaca... y el bebe que tienen.
Desde lejos...un beso..
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