Luego de dos meses de tener abierto mi cyber, allá por el año 2005 (el cual cabe aclarar lo atendía de 9 a 22 hs de lunes a lunes), decidimos con mi novia irnos de vacaciones para semana santa. El lugar elegido fue Mar de Plata a través de una agencia de turismo de La Plata (por problemas legales no voy a dar datos sobre la agencia en cuestión).
Era un paquete que contaba de estadía en hotel 2 estrellas, traslado ida y vuelta, pensión completa, todo por la suma de 190 pesos (acuérdense que lo barato sale caro, no es al pedo seguir los consejos de los amigos que te dicen que pagues un poquito más pero que viajes cómodo, tarde vengo a aprender estas cosas).
De entrada arrancamos mal, el colectivo era de la década del 70 más o menos, no tenía aire acondicionado y olía bastante mal. Pero como eran tan solo cuatro horitas no nos vamos a andar quejando (las cuales se alargaron a unas agónicas siete hora. Se ve que uno no es muy original y se le ocurre irse de vacaciones al mismo tiempo que al resto de los argentinos, todos salimos al mismo horario y vamos por la misma ruta, somos todos piolas).
En el viaje había un coordinador de la empresa que lo primero que nos dijo fue como este viaje es de placer, cualquier inconveniente que tengamos con el hospedaje o lo que sea que se lo hagamos llegar, que el nos solucionaría TODO.
Al llegar a Mar del Plata el colectivo fue dejando a los pasajeros en sus respectivos hoteles. El nuestro por la demanda actual fue cambiado, nos trasladaron a uno que según la empresa tenía las mismas características del que contratamos.
El primer problema que nos surgió fue al entrar a la habitación, resulta que era una habitación con dos camas individuales y no una matrimonial (como se imaginaran lo que menos quería era dormir lejos de mi novia, sino para que uno se va de vacaciones con ella). Al comentarle nuestro problema al coordinador fue grande nuestra sorpresa al enterarnos que no éramos los únicos, la gran mayoría de los pasajeros teníamos el mismo problema. La respuesta de la empresa fue que momentáneamente juntemos las camitas (queda un huequito en el centro pero quien lo nota no?) que a la brevedad iban a intentar solucionarlo (cosa que pasaron los cuatro días y no se soluciona).
Los horarios del desayuno, almuerzo y cena eran bastante reducidos, teníamos un rango de una hora y media para comer, lo que nunca calcularon es que se formaban colas de veinte o treinta personas para ingresar al salón comedor. Un detalle es que a mi novia no le gusta el pescado y como estábamos en semana santa a que no adivinan que sirvieron todos los días? Les comento que los platos fueron en este orden: filete de pescado, tarta de pescado, chupín de pescado, empanaditas de pescado, albóndigas de pescado. Llegamos a la conclusión de que todos los platos fueron un reciclaje del primer plato, todo sabía igual con diferente forma. Por supuesto que mi novia adelgazo dos quilos y yo comí porción doble todos los días, tampoco vamos a quejarnos, viven queriendo hacer dieta, y bue, acá la ayudaron a seguirla.
A la noche nos dimos cuenta de un detalle hasta el momento insignificante, el hotel estaba enfrente de la Terminal, así que aproveche esos días para aprenderme los horarios de salida y de llegada de todos los colectivos que entran a la ciudad. A parte, nuestra habitación estaba pegada al ascensor, el cual muy bien que digamos no andaba y hacía unos ruiditos como si estuviesen raspando y golpeando una chapa tooooooda la noche.
Al día siguiente salimos a conocer la ciudad y grande fue nuestra sorpresa al toparnos con el hotel que habíamos pagado. Divino por donde se lo mire, a una cuadra del centro, en una calle muy tranquila lejos de la Terminal.
Al volver al hotel y querer acceder a las habitaciones nos encontramos con que faltaba el piso del piso (si no me equivoque al tipiar) solo había unos tablones para evitar que pisemos los caños que pasaban por abajo y podamos acceder a nuestra habitaciones.
Por supuesto, como es mi lema, siempre se puede estar peor por eso no hay que quejarse. En la cena como no había lugar en el salón comedor para dos personas, compartimos la mesa de cuatro junto a una parejita de Capital. Nos contaron que ellos a parte de tener camas separadas, al entrar a la habitación se encontraron con la alfombra toda mojada, que producía un aroma a cloaca infernal, no que les provocó arcadas durante toda la noche no dejándoles pegar un ojo. Ellos de casualidad estaban en el piso de debajo de nosotros, si bien no les habían sacado el piso de los pasillos les llovía por el techo, produciéndose ciertas cataratitas a la altura de las arañas y las luces. Una hermosa imagen para un fin de semana romántica.
Como era de esperarse los días pasaron y no hubo solución a ninguno de nuestros reclamos. Eso sí, en el viaje de vuelta, que tardo unas nueve horas (y eso que el último día decidió el coordinador salir temprano para que no haya mucho trafico en el camino, arruinando un hermoso día en la playa que ya teníamos pago), como gesto de bondad por parte de la empresa, nos regalaron sándwiches de vació (cena del día anterior) con gaseosa Pato Filiol de pomelo y caramelos de menta de poste.
(Cantidad de faltas ortográficas detectadas por el Word = 25. No se olviden que este es un poco más largo che)
miércoles, 25 de julio de 2007
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1 comentario:
Genial!
Esta no la conocía con tantos detalles... Se viene la de Cataratas????
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