miércoles, 18 de marzo de 2015

Uno Premio

Con Santi aplicamos desde chiquito una política de ‘premios’ para lograr que haga ciertas cosas que no tiene ganas de hacer. ‘Come todo y tenes postre’, ‘armá la cama y podés jugar a la compu’, y cosas por el estilo. Con la gorda empezamos a hacer lo mismo cuando quisimos que deje los pañales, ‘si haces pis en la pelela te doy un premio’, le prometía a cada rato. Entonces cuando avisaba y por más que sean solo unas gotas, ella gritaba desde su tronito ‘hice pis pelelaaaaa’ y reclamaba su premio. El premio casi siempre consistía en una golosina, nada raro, un chupetin, un caramelo, cualquier cosa de la lata de golosina de arriba de la heladera.

Luego llegó el ‘hace caca y tenes un premio’ y así, a medida que la acción se hace rutina ella se olvida que tenía un premio por hacerlo, deja de reclamarlo y dejamos de dárselo.

Ayer estábamos en lo de mi suegra, ella en el triciclo que le trajeron los reyes pidiéndome que la lleve, yo cansado pidiéndole que pedalee. En cierto momento me acordé de la técnica del premio, la bajé del triciclo, lo llevé a una punta de la galería, y yo me paré en la otra punta (una galería de 6 o 7 metros). ‘Si pedaleas desde allá hasta acá y me tocás la mano tenés un premio’, ‘no, llevame’, me reclamaba la gorda, así que doblé la apuesta ‘si pedaleas de allá hasta acá tenés el premio que vos quieras, lo elegís vos’, ‘noooo, llevame’, y me jugué la última carta, ‘ahora tenemos que ir al supermercado, si pedaleas de allá hasta acá vamos y elegís del súper lo que a vos se te ocurra, yo te lo compro’. Ahí lo pensó unos segundos y se fue a sentar en el triciclo. Con mucho esfuerzo logró hacerlo andar unos centímetros y tiró un ‘no puedo’, ‘vamos gordita que si podes, recién lo hiciste, acordate que tenés el premio que vos quieras’, intentó otra ves y avanzó otro poquito, así fue frenando, avanzando, frenando avanzando, hasta cubrir esos 6 metros y tocar mi mano. Santi la seguía al lado y la alentaba ‘bien gordita llegaste’, y la alzó y festejaron como si hubiese ganado la copa pistón. Ambos salieron corriendo a contarle la hazaña a su madre y a su abuela, y esta última se quiso hacer cargo del premio, ‘yo te doy el premio antes que te vayas’, le dijo la Via (así la llama la gorda). Cuando estábamos saliendo a la calle aparece la abuela con una bandejita con 3 tomatitos cherry y se los da a la gorda. Ella la toma, me mira seria y me dice ‘esto no es uno premio’, y hace un puchero enorme a punto de convertirse en llanto. Le hago upa, le recuerdo que en el súper lo va a elegir ella, se come los tomatitos y le vuelve la sonrisa al rostro.

Luego nos fuimos para el supermercado, antes de entrar le digo ‘acordate que vos elegís el premio, un caramelo, un chupetín, un chocolate, lo que quieras’, ella me miraba con una sonrisa y afirmaba con la cabeza. Recorrimos el local subiendo al changuito los productos por los que habíamos ido, Santi y la gorda corrían por los pasillos, gritando y jugando. En cierto momento veo que están hablando los dos a lo lejos en vos bajita para que no podamos escucharlos, Santi le decía algo a la gorda al oído, ella afirmaba con la cabeza, le hablaba al hermano al oído y así, hasta que empezaron a correr hasta donde estaba yo. ‘Papi, la gorda ya sabe lo que quiere de premio’, me dijo Santi. ‘¿Qué gordita?’, ‘Comer en Mac Donals’, y se mata de risa, se toman de las manos con el hermano y empiezan a saltar los dos juntitos al grito de ‘Mac Donals, Mac Donals, Mac Donals’, ‘mmmm, después vemos’, fue mi respuesta, y desde ahí cada dos minutos volvían y era la misma escena ‘Uno premio comer en Mac Donals’ gritaba la gorda y ambos saltando.


Al final los llevé, comieron cajitas feliz cada uno, combo mediano para la Flaca, y yo terminé comiendo algo que no había pedido. Me sentí totalmente estafado por una nena de 2 años y su abogado de 7, el premio más caro de la historia para lograr que pedalee tan solo 6 metros.

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