miércoles, 11 de junio de 2014

Cama Santi

La gorda decidió mudarse a la habitación de Santi. Si, si, así de golpe y porrazo, la decisión fue suya y hasta el momento viene bien.

El domingo fuimos a la plaza con ellos y con Nehuen (el primo de ambos). Cuando volvimos llegaron todos dormidos. Santi se despertó y a pedido de la madre le armó una camita al primo en su pieza, pero mi cuñado lo pasó a buscar, así que nunca llego a acostarse. La que se despertó fue la gorda, y cuando la quisimos acostar salto con ‘cama Santi’, así que la acostamos allí. A la noche lo mismo, ‘cama Santi’, y al día siguiente, y así.

Uma dormía en nuestra habitación desde que nació, tenía su cuna, pero siempre en el mismo ambiente. Cuando se despertaba gritaba papi o mami, la íbamos a buscar y seguía durmiendo un ratito más en nuestra cama. Desde que se mudó con su hermano no se despierta de madrugada, se ve que está cómoda en su nueva cama grande, y si nos llama no la escuchamos, así que calculo que seguirá durmiendo igual.

Uno como padre suele relajarse con el segundo hijo, quiere que las cosas sean parejas, pero nunca lo son. El primero tiene mil fotos, doscientos juguetes, ropa nueva, comida cocinada exclusivamente para él, miles de detalles de confort y comodidad exageradas para su corta edad. Uno se preocupa de más ante cualquier fiebre o tos, todo lo preocupa o le da miedo, intenta estar pendiente de cada detalle de su crianza o de su crecimiento. Con el segundo nos pasa todo lo contrario, aunque no nos lo proponga. Usa la ropa del hermano o alguna que le prestaron, sólo los juguetes que le regalaron o andan dando vuelta por ahí, no nos preocupamos tanto de la higiene de lo que agarra, de lo que toca, de lo que se lleva a la boca, si no lo escupe o no se pone amarilla está todo bien. La retamos cuando ya está masticando el cable de corriente y no cuando se acerca al enchufe, si no come la dejamos que se pare y se valla, ya tendrá hambre o sino no va a crecer, algún día lo hará. Le leemos menos cuentos, nos sentamos menos con ella a jugar, tiene el hermano para que nos ayude con esas cosas. Se que no es justo, pero los padres no lo hacemos apropósito, simplemente sale así, con el primerizo aprendimos que no hace falta preocuparse tanto y el segundo disfruta de esa libertad. Pero no todo son ventajas para el primogénito, él debe sufrir los miedos de los padres, las preocupaciones exageradas, los reproches desmedidos. Si Santi no me comía la comida lo tenía sentado una hora sin moverse hasta que lo haga, si Uma no come la dejo que se vaya y cuando le agarre hambre le doy lo que sobró, a Santi le cocinaba especialmente lo que era bueno para él, Uma come lo que comemos el resto, que se acostumbre a lo que hay.

Con la hora del sueño pasó lo mismo. Con Santi quisimos acostumbrarlo a tener su espacio propio desde chico, nos mudamos de nuestro primer departamento para que pudiera tener su lugar, su cuarto. La gorda está a punto de cumplir los 2 años y seguía en su cuna al lado de nuestra cama, tiene su cuarto propio pero ocupado por la máquina de cortar el pasto, la escalera, y varias cajas con cosas inservibles.


Nos relajamos con ella, Uma tuvo que tomar la iniciativa del cambio, y hasta el momento no nos podemos quejar. Ya me veo el fin de semana ordenando y pintando toda su habitación porque cuando llego a casa me salta con un ‘papi cama Uma’, y no voy a poder decirle que no.

No hay comentarios: