martes, 21 de septiembre de 2010

Mi bebé

Santi está esperando con ansias el nacimiento de “su bebé”.

Mi cuñado y su señora están esperando su primer hijo, primer primito de Santi de rama sanguínea. Cada vez que entramos a un comercio o pasamos por una vidriera de tono infantil, Santi piensa en comprarle algo a su bebé (forma en que llama a su primo, ya que para él es suyo). No hay forma de escaparse al “papi compremos esto para mi bebé” cuando nos topamos con alguna de esas ropitas diminutas las cuales para adquirirlas hay que desembolsar medio aguinaldo (alguien que me explique porqué cuarto metro de tela de bebe puede ser más caro que una camisa de marca para mi talle XXL?), o algún peluche o un juguete o cualquier cosa que sea diminuta y de su agrado.

Santi ve llegar a mi cuñada y enseguida va a saludar a su primo, le acaricia la panza, le habla. Sinceramente pensé que iba a ser difícil para él, dejar de ser el único, tener competencia en los afectos de seres tan queridos como sus tíos o abuelos, pero claramente Santi está a otra altura, sabe que su primo llega a este mundo para complementarlo, desde el primer momento que supo de su llegada lo quiso como propio y nunca sentí en él una pizca de celo (espero que esto siga pasando), hasta ofreció cambiarle los pañales, bañarlo y cuidarlo de ser necesario.

Santi me pone muy feliz, me demuestra que es un distinto, que escapa a mis prejuicios, que sabe lo que quiere y no teme expresarlo, y siempre está abierto a cualquier cambio.

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