viernes, 23 de octubre de 2009

Tatá

Ayer llegó por fin el día tan esperado, Santi dijo Papá.

Estaba arribando del trabajo y a lo lejos vi que me esperaban en la puerta de la casa de mi suegra la flaca y Santi abajo. Me vieron doblar la esquina y me empezaron a gritar (Santi revoleando los brazos como muñeco inflado). Llego corriendo, lo abrazo, le hago upa (a Santi, la flaca ya está grandecita para esas cosas) y me dice “papa papa”. Emocionado le voy un beso e intento que lo repita.

- A ver Santi, decí papá
- Tatá
- No, como recién Pa pá
- Taaa tá
- ¿Pero, recién lo dijo?.- le pregunto sorprendido a la Flaca
- Santi, ¿como hace la gallina? - pregunta la flaca
- Papa papa

Me le quedo mirando serio unos segundos y sigo con mi búsqueda.

- Bueno, joya hijo, muy linda la gallinita, ahora decime papá
- Taaa tá

Al final estoy en lo correcto al pensar que este pibe me lo hace a propósito, el muy desgraciado solo quiere que sufra. Puede pronunciar a la perfección la onomatopeya de la gallina pero no algo tan sencillo como la denominación de su progenitor, un desalmado total.

Después, al rato, comenzamos con los nombres (se ve que eso también lo estuvieron practicando todo el día).

- Santi, como se llama mamá?
- Cici
- Y la abuela?
- iatiz
- Y el abuelo?
- joge
- La tía?
- Laugua
- El tío?
- Gus
- Y papá, como se llama papá?
- Tatá
- No hijo, el nombre, como se llama?
- Ta tá
- Pero no, lo que decías hoy, dieeeee…
- Taaaa tá (levantando las manitos como diciendo “acaso hablo chino mandarín que no me entienden”)

En definitiva, falsa alarma, seguiremos esperando a que el tipito deje de ser un hombre de campo para comenzar a llamarme como se debe.

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