miércoles, 28 de enero de 2009

Primeros pasos

La vida de un hijo esta llena de primeros momentos. Uno no puede evitar alegrarse por cada nuevo acontecimiento, por más insignificante que sea, sin dejar de considerarlo un gran logro, de él y propio.
La primera vez que abrió los ojos, su primera sonrisa, la primera vez que me tomó del dedo, su primera siesta en mi pecho, su primer cambio de pañal, su primer baño, su primer mamadera, su primer comida sólida, su primer todo. Todos los momentos son inolvidables y únicos, quedan pintados en la memoria con colores cálidos y eternos.
Hace un tiempito rechacé una propuesta de trabajo muy interesante, aumento salarial, puesto importante, más beneficios y una serie de etcéteras más con los que suelen tentarte las empresas del rubro. Mi decisión se basó en un solo punto, tendría que viajar periódicamente a España por períodos que rondaban del mes a los tres meses. Jamás sacrificaría los momentos junto a mi hijo, cada segundo te regala uno, y cada uno es impagable, no existe una propuesta laboral que pueda superar eso.
Si hay dos hechos en la vida de un bebe que son esperados con ansias por toda la familia son sus primeras palabras y sus primeros pasos.
La primera palabra de Santi no fue demasiado clara, podríamos adjudicársela al famoso “ajo” o al dulce “mamá” o al necesario “baba” (agua en lenguaje de mi hijo) o al imaginario “abu” (sólo mi suegra escucho que lo dijo), pero no puedo asegurar cual fue el primero, pero si tengo que decir cual es el que más dice ahora, por robo y sin posibilidad a balotaje gana “mamá”, lo dice a cada momento. Hoy identifica muchas cosas por su nombre, día a día incorpora a su vocabulario una nueva palabrita, aunque sigue utilizando, y con bastante ímpetu, las señas y los gestos para hacerse entender, y debo confesar que lo hace muy bien por cierto. Lo que no logro que diga es el maravilloso “papá”, cuando se refiere a mí (o eso creo) me mira a los ojos y me dice “tata”, será que cree que estamos en el campo y debe tratarme con respeto, aunque tengo la sospecha de que lo hace a propósito, simplemente para verme enojar y sudar en el esfuerzo por que pronuncie lo que yo quiero.
Hace tan sólo unos días Santi comenzó a dar sus primeros pasos. Al principio fue un arrastre, como si estuviese haciendo cuerpo a tierra y siendo obligado a desplazarse por pruebas de supervivencia del ejercito. Luego sobrevino el gateo, técnica que logró dominar a la perfección, se sienta, apoya sus brazos dejando las manos de costado, y sale disparado como bala en la dirección elegida. Gateando es muy rápido, si uno se distrae un segundo lo encuentra a lo lejos, en alguna otra parte de la casa sentadito, vientote en su pose triunfante por el esfuerzo. Luego comenzamos con los pasos acompañados, tomado de las axilas, luego de los brazos, dos manos, una mano, la ropa, hasta llegar a soltarlo para que camine sólo, medio apurado, con alguien del otro lado dispuesto a agarrarlo. Antes de ayer dio sus primeros pasos firmes, se paró ayudándose con una silla, se soltó haciendo equilibrio con los brazos, eligió el destino para sus pasos, y se lanzó a esta nueva aventura de los ambulatorios, logrando la increíble cifra de cinco pasos seguidos y llegando a destino sin caerse en el camino.
Estos primeros momentos son increíbles, logran sonrisas y alegrías sin siquiera intentarlo. Estos son los detalles que hacen única la vida de cualquier ser humano. Estos son los momentos impagables, los tesoros que viven en los recuerdos, los que no cambio ni por todo el oro con que intentan tentarme.

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