miércoles, 22 de octubre de 2008

Cocinerito

Si hay cosa de la que disfruto es poder cocinar para mi mujer e hijo. La cocina es un gusto que descubrí no hace mucho tiempo, precisamente desde que nos fuimos a vivir juntos con la flaca.
De entrada nos turnábamos, pero poco a poco fue cediendo su terreno a causa de la falta de ideas para llevar a cabo y la gran cantidad de tiempo que esta tarea le demandaba. Aunque debo admitir que cuando cocina, y lo hace con tiempo, sus platos superan ampliamente a los míos (unas chipas excelentes, un pollo al caramelo único, un pastel de papas muy bueno, unas albondiguitas para picotear de lujo, pero sobre todo lo que sea repostería, tienen una mano para los postres y tortas difícil de superar).
En mi caso me fui perfeccionando con el tiempo, aunque disto bastante de llegar a ser bueno en la cocina, lo que si soy práctico y creativo, lo que a veces me juega en contra (me gusta mezclar cosas que no se que son, y resultan cosas que no se pueden tragar, pero debes en cuando nace algo único, el problema es que es irrepetible).
Me gusta cocinar, y sobre todo inventar cosas nuevas, poner en práctica nuevas recetas, y sobre todo ver disfrutar al resto comiendo lo que yo hice.
Hoy en día lo siento a Santi en su sillita, me lo traigo hasta la cocina y le voy explicando paso por paso lo que hago para crear un plato de comida. Le doy los distintos ingredientes para que los huela, y algunos para que sienta la consistencia y juegue tirándolos por el aire. Con sus 10 meses es mucho pretender que retenga algo, pero es un momento que compartimos, que yo disfruto y él se mantiene callado como entendiendo de que le hablo, él mi es pequeño chefcito y espero que lo siga siendo por mucho tiempo.
Hay varios conceptos implícitos detrás de un buen plato de comida (a parte de las malditas calorías que están tan de moda y es de lo único que hablan las mujeres cuando le decís “comida”) los cuales voy a pasar a enumerar.
1) La comida entra primero por los ojos, segundo los el olfato y por último por el gusto (no tomar literalmente por los ojos, sino van a tener un gasto mensual en oculistas tremendo). Una buena presentación es lo que diferencia un plato de comida de 15 pesos de uno de 90 pesos (en puerto madero te dan el mismo churrasco con puré que en el bodegón de la esquina, pero la hojita que decora el plato, la forma del puré delicadamente acomodado, una pizca de pimentón al costado del plato blanco dando color y cortando la monotoniedad del mismo y el bife con una salsita que no varia de un poco de salsa de soja con alguna yerba, hacen que el valor de la comida se cuadriplique, y esta bien que sea así, el esfuerzo lo vale). Un buen aroma es lo que te lleva a querer a comer algo, cuando uno pasa por un lugar y siente el famoso “olorcito” a comida, es en ese preciso momento donde se intensifican todos los sentidos y hasta provoca cambios orgánicos, se te hace agua a la boca, te brillan los ojitos, te pica un poco la nariz, y todo gracias a un buen aroma; lo mismo sucede en el sentido inverso, cuanta gente odia el coliflor, el brócoli o los repollitos de brusela simplemente por el olor que largan al cocinarlos, sin embargo al dárselos a probar sin nombrarles que es no les desagrada y hasta les gusta. El gusto puede variar de vez en cuando, es muy difícil que se obtenga el mismo sabor para la misma comida en dos preparados distintos, la sutiliza de los condimentos hace que el gusto cambie mucho de un plato a otro (y la higiene de los utencillos también). El gusto es lo más fácil de solucionar, con un poco más de sal o de pimienta intensificamos los sabores, con un poco de queso resolvemos cualquier pasta insípida, con una salsa se recupera casi cualquier carne dura o mal hecha. Una combinación de estos tres factores garantizan un aplauso seguro sin necesidad que lo que se haya preparado sea un asado.
2) La comida debe prepararse con amor, con amor por lo que se hace y por amor a quien se la prepara (tampoco vamos a casarnos con una zanahoria, bue habrá alguno que tenga ganas pero allá él, pero si nos debemos llevar bien con la comida). Si uno no disfruta al cocinar, al poner en la balanza las dos horas que estuvo parado enfrente del horno muriéndose del calor contra los quince minutos que tardaron en comérselo no hace más que incrementar su rechazo contra la cocina, considerando un agravio lo sucedido en vez de tomarlo como un halago (nunca dejen de decir cuando les gusta algo, es fundamental para el espíritu del cocinero y sus ganas por seguir haciéndolo).
3) Es fundamental sentirse a gusto en la cocina, considerarla parte de uno mismo (volvemos al ejemplo de la zanahoria, ojo con lo que hacen). Que las cosas estén limpias y ordenadas motiva, si no se puede dar dos pasos sin clavarse un tenedor oxidado o tirar salsa para todos lados porque uno se va chocando decenas de hoyas acumuladas y termina metiendo el pie en una sartén con aceite rancio, sólo hace que se aborrezca ese sector impenetrable de la casa.
4) Se debe disfrutar de la comida, no vivir para comer pero si disfrutar lo que uno come y si uno es el que la prepara la satisfacción es doble. No hay nada como lo casero, lo artesanal, lo propio. Esto no significa dejar de comprarle las milanesas aceitosas al chino de la esquina (un poco de grasas trans y esa mezcla de sabor a carne y pescado que sólo da el aceite saturado de vez en cuando no viene mal), lo que digo es hacerlo con menor frecuencia (bajar de 14 veces a la semana a sólo 10 o 9 de ser posible).
5) La cocina es un arte, y como tal, sólo es valorado en el momento que no se puede alcanzar. Quien no extraña la comida de la vieja, o los ravioles caseros de la abuela, o el postre que hacia la tía para comer esos sábados a la tarde con el bingo (me parece que me fui un poco al carajo con el ejemplo, esos recuerdos no son míos, los debo de haber robado de alguna novela, en fin, es sólo un ejemplo). Por eso es importante el disfrutarlos ahora, y no esperar a que no estén más para empezarlos a extrañar.
6) La comida puede ser uno de los mejores afrodisíacos que existe. Alguna vez leí por ahí que no hay mujer que se le pueda resistir a un hombre cocinando. Esta es una de las cosas por las que me interesa tanto la cocina y le pongo tanto empeño, el problema es que me gusta cocinar en boxer (que suelen tener algún agujero en alguna nalga), con medias de fútbol (que sobrepasan las rodillas, cuanto más altas mejor, me da pudor mostrar los tobillos), pantuflas con cabeza de conejito sonriente, delantal de cocinero a rayas azules y rojas y gorrito (de esos de copete); si alguna mujer me ve así cocinando no creo que la motive demasiado y si lo hace dudo de opinión a la hora de preguntarle ¿te gustó la comida?

1 comentario:

Capitán Manija dijo...

el arte de cocinar es sumamente disfrutable... sobretodo si a los demás les gusta lo q uno ha cocinado...
está bueno innovar y aprender de quien sabe cocinar...
estoy completamente de acuerdo en q para cocinar hay q tener ganas y hacerlo con gusto y amor... si no el resultado es tán insípido como el empeño que le pusimos...

no estoy de acuerdo en algo: es imposible q santi no entienda lo que le explicás... lo ví mirar atento una peli a un horario en q debía estar durmiendo, y soportar a una sarta de gritones a su alrededor haciendo monerías para llamarle la atención... y él con la mejor cara diplomática para q nadie se ponga mal... es imposible q ese chico no entienda... creo firmemente en que será un gran cocinero y un gran artista... en definitiva, creo que ya es un genio...

mandale un abrazo del tío...

mis felicitaciones a las dos flacas y a vos egú por los excelentes tacos...

quito.