Con Santi estamos ingresando en su etapa de socialización. Hay ciertas características de su edad que lo hacen más divino de lo que venía siendo hasta el momento. Es fabuloso llegar a casa y encontrarlo sobre la mesa intentando pronunciar palabras (aunque solo llega a pronunciar sonidos in entendibles casi casi tiene más vocabulario que muchas personas que conozco).
Su mirada siguiendo la tuya, buscándote si te salís de su campo visual, esos hermosos ojos intentando encontrarte y la alegría de cuando lo consiguen después de tanto probar.
Su sonrisa ya dejo de ser esa mueca aislada que se producía al azar, ahora pareciera que la usa para convencerte de lo bueno de la vida, para llenarte el alma sin dejarte descansar.
Un momento del día que los tres disfrutamos plenamente es cuando llega su hora del baño (eso de gustarle el baño no lo heredó de mi ni por casualidad). Es muy llamativo ver como se calma, se toma su pausa, y escucha con atención cuando la madre mueve el agua produciendo ruiditos con la misma. Las primeras sonrisas cuando le mojas la cara y la cabecita anticipan el momento por venir. Y el regocijo total al meterlo en el agua caliente, primero se queda quieto esperando adaptarse al nuevo ambiente y a los pocos segundos empieza a patalear, parece hacerlo a propósito, parece que disfruta mojarnos, salpicar, que hubiese esperado ese momento para divertirse, para jugar.
Da satisfacción verlo depender tan poco de nosotros, puede estar ratos largos jugando solo en su coche, mirando sus manos, moviendo sus piernas, golpeando los peluches que a penas llega a alcanzar. Parece mentira que se quede solito antes de dormirse, que se quede tranquilo mientras uno se aleja y cuando regresas ya se encuentra en el mundo de nunca jamás.
Cada etapa de la vida de un hijo tiene un encanto único, muy hermoso y particular. Da lástima pensar en el tiempo pasado, en estos tres meses que volaron, en lo poco que lo disfrutamos por tener que trabajar. Me daría bronca despertarme con un niño a mi lado, que el bebé que tanto me regalaba sólo en fotos lo pueda encontrar. Pero son las reglas del juego, son los números que cayeron en los dados, sólo espero tener tiempo para devolverte todo lo que tan desinteresadamente me brindas.
Su mirada siguiendo la tuya, buscándote si te salís de su campo visual, esos hermosos ojos intentando encontrarte y la alegría de cuando lo consiguen después de tanto probar.
Su sonrisa ya dejo de ser esa mueca aislada que se producía al azar, ahora pareciera que la usa para convencerte de lo bueno de la vida, para llenarte el alma sin dejarte descansar.
Un momento del día que los tres disfrutamos plenamente es cuando llega su hora del baño (eso de gustarle el baño no lo heredó de mi ni por casualidad). Es muy llamativo ver como se calma, se toma su pausa, y escucha con atención cuando la madre mueve el agua produciendo ruiditos con la misma. Las primeras sonrisas cuando le mojas la cara y la cabecita anticipan el momento por venir. Y el regocijo total al meterlo en el agua caliente, primero se queda quieto esperando adaptarse al nuevo ambiente y a los pocos segundos empieza a patalear, parece hacerlo a propósito, parece que disfruta mojarnos, salpicar, que hubiese esperado ese momento para divertirse, para jugar.
Da satisfacción verlo depender tan poco de nosotros, puede estar ratos largos jugando solo en su coche, mirando sus manos, moviendo sus piernas, golpeando los peluches que a penas llega a alcanzar. Parece mentira que se quede solito antes de dormirse, que se quede tranquilo mientras uno se aleja y cuando regresas ya se encuentra en el mundo de nunca jamás.
Cada etapa de la vida de un hijo tiene un encanto único, muy hermoso y particular. Da lástima pensar en el tiempo pasado, en estos tres meses que volaron, en lo poco que lo disfrutamos por tener que trabajar. Me daría bronca despertarme con un niño a mi lado, que el bebé que tanto me regalaba sólo en fotos lo pueda encontrar. Pero son las reglas del juego, son los números que cayeron en los dados, sólo espero tener tiempo para devolverte todo lo que tan desinteresadamente me brindas.
2 comentarios:
Guau!.
Si estuvieras acá mientras leo, podrías constatar la piel de gallina...
Siempre fantaseé con las sensaciones asociadas a tener un hijo y atravesar todas las etapas de su crecimiento, pero verte y escucharte a vos recorriendolo es mágico.
Ojalá puedas siempre disfrutarlo así, más allá de que a los 15 años lo quieras cagar a patadas cada 3 días.
Abrazo grande
PD: cada vez que veo una foto de ese muchacho, recuerdo lo mal tipos que somos que nunca lo fuimos a saludar
Por todas estas cosas es que yo me decidí a escribir mi blog.
Viste lo hermoso que es sabr que te reconoce y te sigue... es increíble ver (o imaginar diran algunos) la admiración en sus ojos. Este período de nuestras vidas fue el regalo mas hermoso de dios o como querramos decirle. Un abrazo Egú! hermosa la foto es hermosa su sonrisa!
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