lunes, 23 de julio de 2007

El puente Primera parte

Vamos a empezar con la primera de las anécdotas de Egu.

Esto ocurrió por el ’96, año en que terminé la secundaria.

Uno de los tantos fines de semana que salimos a recorrer el fabuloso poblado de City Bell buscando una fiesta para colarnos (y si, nuestra diversión era caminar por la noche buscando fiestas para colarse, cumpleaños de 15, cumpleaños, casamientos, reuniones, todo donde haya mujeres, música y alcohol) terminamos por entrar a la fiesta de la hermana de un conocido.

Pasadas las 3 de la mañana, ya casi emprendiendo la vuelta nos propusimos a cruzar el puente (les cuento que yo vivía en frente de un arroyo al cual, para cruzarlo, había que cruzar el puente de hierro, o el de cemento) de hierro.

Yo venía atrás de una pareja amiga, y me apure a cruzarlos mientras no dejaba de hablar con el pibe.

En un determinado momento, mientras seguía hablando con mi amigo, escuche un cui…..daaaadooooooooooo, que se alejaba de a poco de mi (vaya uno a saber porque nos olvidamos de las cosas, pero en ese momento me olvide que a la pasarela del puentes le faltaba unas cuantas maderitas, lo que provocaba un hoyo de unos 80 cm de largo, y eso que pasaba por ahí unas tres o cuatro veces por día). Si quieren imaginarse el momento, fue como esos episodios del corre caminos donde justo el coyote se queda parado en el hueco y se va para abajo, igualito, solo que no soy tan peludo como el coyote.

En un determinado momento empecé a sentir un cosquilleo que me subía desde la punta del pie, tomando todo el cuerpo. ¡Esto es lo que se siente cuando te estas muriendo!, pensé en mi interior. Pero el grito de ¡El abuelo se hizo pelota! (más adelante hablare de mis sobrenombres, pero les adelanto que en el barrio me dicen abuelo) me hizo abrir los ojos y darme cuenta de que solo me había caído del puente.

Me senté, intente pararme y sentí un dolor en la entrepierna. Típico de mi, con la valentía que me caracteriza, les dije a uno de los chicos (los cuales vayan a saber como pero ya habían llegado al lado mío) que llamen una ambulancia, por las dudas vio.

Les comentó que la caída fue de unos cinco metros, y que caí sobre el barro del arroyo, amortiguando un poco la misma. A un metro de donde quedo mi cabeza había asfalto, restos de la obra de pavimentado del camino por donde pasa el puente. Estuve a un metro de abrirme la cabeza en varias partes.

Como es de costumbre, la ambulancia tardó alrededor de una hora en llegar. Mientras tanto yo permanecía tirado en el arroyo y el puente de a poco se fue llenando de escandalosos (a pocas cuadras del puente había una bailanta llamada escándalo). Todos estos lindos muchachos se fueron aglomerando a lo largo de la pasarela del puente y apuntando hacia mi y con una linda sonrisa repetían una y otra vez ¡Mira ese boludo!.

Cuado llegaron los tan esperados paramédicos, bajaron con una camilla de esas de madera que se ven en los partidos para cargar a los jugadores. Me pusieron el cuello ortopédico, me ataron a la camilla para que no me escape y se prepararon para sacarme de ahí abajo. Le cuento que para bajar al arroyo hay una empinación de unos 75 u ochenta grados más o menos, muy difícil, o sea que, para subirme en estas circunstancias se les iba a complicar bastante. Lo que hicieron fue juntar a toda esa gente que estaba al cuete por ahí y armar un pasamanos humanos para sacarme del arroyo, sí, como una estrella de rock en un recital. Ahí estaban todos los escandalosos haciendo filita pasándome sobre sus cabezas.

Al llegar a la ambulancia surgió el problema de que no entraba (a quien se le ocurre hacer una ambulancia con menos de 1,80 de largo, que vivimos en un mundo de hobits) así que me pusieron en diagonal doblando la cabeza para arriba (al diablo con el cuello ortopédico).

Para esto en la ambulancia me acompaño un gran amigo que no se encontraba en un estado de alcoholemia favorable, así que todo el viaje se la paso poniéndome oxígeno, colgado de la puerta de la ambulancia gritando uuurrrruuuu, uuuuurrruuuuu, uuuuruuuu, jugando con todo lo que encontraba a mano.

Bueno, es todo hasta aquí, después seguiré con mi estadía en el hospital, los tres meses en cama, y mi vuelta al colegio.

Hasta pronto

(Cantidad de falta de ortografía detectadas por el word = 37)

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